“Nadie quiere comprar ropa para estar sentado en casa”, dijo Simon Wolfson, jefe de Next, a analistas en marzo. En la misma conferencia telefónica, el minorista de moda británico reveló que podría perder hasta mil millones de libras esterlinas (US$ 1,200 millones), o 25%, en ventas anuales este año debido a la pandemia del Covid-19.
Los minoristas de moda han sido golpeados por los confinamientos obligatorios en Europa y Estados Unidos. Dado que venden productos no esenciales, muchos retailers como Next se han visto obligados a cerrar almacenes y paralizar sus ventas en línea. Toda la ropa de una temporada se quedará sin vender.
Muchos minoristas que comercializan bienes no esenciales están atrapados con inventarios inútiles, y estos se siguen acumulados a medida que ingresan pedidos previos a la pandemia desde fábricas en remotos mercados emergentes.
Pero es un dolor de cabeza particular para las firmas de moda. A diferencia de los alimentos o algunos medicamentos, sus productos no se echan a perder. Pero muchos pasan de moda, a veces con bastante rapidez como sucede con las colecciones de ropa de temporada.
Inditex, el minorista de moda más grande del mundo, anunció que recibirá un golpe de 287 millones de euros (US$ 313 millones) a los inventarios. Otros grandes minoristas de moda seguirán esa tendencia, predice Aneesha Sherman de Bernstein, una firma de investigación. Las ventas minoristas estadounidenses en marzo cayeron un 8.7% frente a febrero, la mayor caída mensual desde 1992. Las de ropa cayeron a la mitad.
Los inventarios no son fáciles de elaborar en los buenos tiempos, que hoy no lo son. Los minoristas siempre corren el riesgo de reducir las órdenes de manera demasiado agresiva, advierte Knut Alicke de McKinsey, una consultora. Ponen en peligro la supervivencia de sus proveedores.
Los expertos en cadenas de suministro se refieren al “efecto látigo”, llamado así por la forma en que la amplitud de un látigo aumenta a lo largo de su longitud, así como el shock relativo a los pequeños proveedores, que corren el riesgo de perder toda su clientela en el acto, es mayor que para las empresas más grandes y diversificadas en una escala superior de la cadena de valor. Los minoristas corren el riesgo de perderse la recuperación, porque no tienen suficientes cosas para llenar los estantes, o tienen el tipo incorrecto.
La pandemia ha chicoteado con fuerza. Una forma en que los minoristas están lidiando con la sacudida es moviendo lo que pueden en línea a precios muy reducidos. H&M de Suecia ha reducido los precios hasta en un 70% en su “venta de mitad de temporada” posterior a Pascua.
La venta en línea de ropa de mujer en GAP, una empresa estadounidense, ofrece un 50% de descuento en precios previamente descontados. Uniqlo de Japón está vendiendo en Internet pantalones deportivos y leggings (“para hacer ejercicio en casa”) por casi nada.
Otra táctica generalizada es cancelar bruscamente las entregas. Marks & Spencer, una firma británica, envió una nota a proveedores a fines de marzo suspendiendo sus pedidos. Ross Dress for Less, una cadena estadounidense de grandes almacenes de descuento, anunció que cancelará todos los pedidos de mercancías hasta mediados de junio.
Hasta ahora, los minoristas europeos y estadounidenses han descartado alrededor de US$ 1,500 millones en pedidos de prendas de vestir de Bangladesh. Muchos aplicaron cláusulas de fuerza mayor en sus contratos, aunque los proveedores perjudicados podrían impugnar esto en los tribunales, si es que sobreviven.
Cuando es imposible hacer cancelaciones, los minoristas piden a sus socios que realicen los envíos de forma más lenta (literalmente). Los activistas ecologistas han venido pidiendo una "navegación lento" durante años, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo, pero fueron ignorados rotundamente. No más.
Las empresas están utilizando buques portacontenedores como depósitos flotantes para ahorrar en tarifas de almacenamiento en tierra. Además, Maersk y MSC, las empresas de envío más grandes del mundo, ofrecen programas de “suspensión del tránsito” que permiten a los clientes almacenar envíos no deseados en ubicaciones más baratas como Lomé en Togo.
A medida que lugares como Austria, España y la República Checa comienzan a flexibilizar las restricciones a las empresas, los minoristas de moda ven un lado positivo. Las colecciones de verano son menos lucrativas que los costosos abrigos y chaquetas de invierno.
Si los compradores regresan en setiembre, las empresas con balances sólidos, como Inditex (propietaria de Zara, Massimo Dutti y Bershka), pueden recuperarse rápidamente (si pueden mantener vivos a sus proveedores). Mientras tanto, muchos se resignan a aferrarse a vanas esperanzas. Next reabrió su sitio web el 14 de abril, pero lo cerró nuevamente luego de dos horas porque había alcanzado el número máximo de pedidos que podía cumplir con personal básico.