El 17, 18 y 19 de noviembre se llevará a cabo la CADE Ejecutivos 2020, bajo el lema “Un nuevo comienzo. Hagámoslo diferente. Es momento de poner las piezas en su lugar para construir un Perú de oportunidades para todos”. “Es una CADE atípica, pero creo que oportuna porque es necesario que, en medio de esta crisis, los líderes del sector privado, del sector público y de la sociedad civil dediquen unos días para plantearse cuáles son las rutas acción que hay que seguir”, señala Mariana Rodríguez, presidenta de CADE Ejecutivos 2020.
Explica que la conferencia de este año trae consigo un call to action específico: cambiar la forma de ver el rol de la empresa en la sociedad para que estas empiecen a trabajar con un propósito trascendente, que genere valor para todos los grupos de interés (clientes, proveedores, colaboradores, el planeta, la comunidad en la que se opera), y ya no solo para los accionistas.
Este cambio de paradigma está alineado a las tendencias mundiales e implica —explica Rodríguez— tener un liderazgo empresarial consciente que construye empresas centradas en las personas. Pero no se trata de un trade off. Es posible hacer el bien en la sociedad y ser rentable (de hecho, la rentabilidad es consecuencia de hacer el bien). Es un win-win.
¿Demasiado bueno para ser verdad? Rodríguez asegura que el call to action de este año “no se va a quedar ahí”, pues en el Perú ya se están empezando a generar movimientos en dirección hacia construir empresas con un propósito elevado.
Agrega que el mensaje de este año no es solo una reflexión, sino que va a provocar que los líderes se cuestionen qué están haciendo para avanzar hacia un país de oportunidades para todos. “Yo espero que esta CADE marque un sentido de urgencia por actuar. Es tiempo de reflexionar, pero luego de hacerlo hay que actuar”.
Entre los ponentes de la CADE 2020 figuran Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial; Raj Sisodia, cofundador y líder del movimiento global Capitalismo Consciente; y Jay Cohen Gilbert, copresidente ejecutivo de Imperative 21y cofundador de B Lab.
¿Qué podemos esperar?
Tras esta primera etapa de la CADE Ejecutivos 2020, Rodríguez asegura que deberían cumplirse tres objetivos:
- En el corto y mediano plazo los peruanos deberíamos notar un cambio más potente en el rol de la empresa. “A partir del 2021 comenzaremos a ver un número mucho más significativo de compañías que se suma al cambio de paradigma empresarial. Y esto no va a ser declarativo, sino mediante acciones. Cada empresa empezará a hacer evidente que se está comprometiendo muy en serio con la sociedad”, dice.
- A nivel individual, más líderes asumirán un compromiso activo con alguna causa social o en conjunto con el sector público y la sociedad civil.
- La CADE revelará cuáles son los grandes desafíos en los que todos debemos estar de acuerdo, independientemente de las ideologías. “Creo que deberíamos salir de la CADE con ideas claras de en qué debemos estar todos alineados. De lo contrario, no vamos a poder superar esta crisis y la reactivación va a ser muy dolorosa para todos”, considera Rodríguez.
¿Es realmente posible?
Pese a la urgencia de un cambio de paradigma, la frecuente tibieza en las declaraciones de los empresarios no asegura que el mensaje de la CADE realmente cale. Sin embargo, Rodríguez afirma que ahora sí es posible generar un cambio debido a que se trata de una tendencia mundial. “Este no es un movimiento aislado, no es que de pronto el empresario peruano va a despertar. Este cambio de mentalidad está cobrando tracción en el mundo y cuenta con evidencia y el apoyo de líderes empresariales muy conocidos. Creo que en el Perú ya hay un conjunto de ejecutivos que están dispuestos a no solo ser líderes conscientes, sino a mostrar la evidencia de que esto sí se puede hacer”.
“Hoy estamos entendiendo que no basta con ser un empresario o una empresa que mantiene un línea ética. Uno tiene que ser un líder empresarial activista”, resalta la presidenta de CADE 2020. Esto quiere decir que los empresarios que están del lado de la ética y la transparencia tienen que comprometerse más allá de su propio espacio de influencia.
Y eso no pasa por las certificaciones o la responsabilidad social, sino más bien, afirma Rodríguez, por la cultura empresarial y, sobre todo, la autorregulación, es decir, la censura pública de los propios empresarios hacia los actos de corrupción de su sector. “Si uno es censurado por su propio grupo, va a doler más. Parte del liderazgo activista es asumir la lucha contra las malas prácticas empresariales como algo personal. No basta con que tú o tu empresa hagan el bien. Hay que proyectarse hacia afuera y sancionar”.
Rodríguez afirma que veremos este cambio “más temprano que tarde” porque se trata de un reconocimiento por parte de la humanidad de que el bienestar de uno no es posible sin el bienestar de todos.