A pocos meses que Orica -el gigante del negocio de explosivos de Australia- adquirió la peruana EXSA, la pandemia del covid-19 estalló cuando se encontraba en el proceso de integración de las empresas; la planta de Lurín era un punto aparte y el proyecto más ambicioso de toda la transacción. Hoy esto va en avance y el papel que jugará es trascendental dentro de la compañía. Félix Torres, vicepresidente de Negocios de América Latina de Orica conversó con Gestión sobre los detalles.
Dentro de poco se cumplen dos años de la transacción de EXSA, ¿qué planes hay con la planta de Lurín?
Las piedras fundamentales están en su lugar, como la tecnología, y tenemos procesos, con lo que la planta de Lurín está habilitada para ser ese “hub” de explosivos de Orica, pasando a ser una de las principales del sistema de iniciación a nivel mundial.
¿Cuáles son los primeros pasos?
Si bien la pandemia puso algunas dificultades en el camino que tuvimos que superar, fuimos de las primeras empresas a nivel mundial que hicimos la interacción de manera remota, lo que nos llevó a reinventarnos. Apenas se pudo trajimos nuestros expertos, junto con los procesos y la química de Orica para ajustarlo con lo bueno que tenía Lurín, preparándonos para la escala mundial que se viene.
¿Se ha dado una inyección adicional para Lurín?
Aparte del capital inicial que fue la compra del propio negocio teníamos presupuestado un gasto adicional de 27 millones de dólares australianos (US$ 20 millones) que se dará en varias etapas (tres a cuatro años), ya que a medida que vamos trayendo tecnología y maquinaria, se requiere capital. Además tenemos un capex recurrente para los próximos 20 años.
¿En qué ha consistido la primera etapa?
La primera etapa ya la tuvimos porque hoy ya contamos con productos de tecnología como los detonadores electrónicos que para toda América Latina básicamente importábamos de Canadá, y hoy esa planta ya está instalada produciendo en Lurín.
¿Qué viene ahora?
En el negocio de explosivos la planta de Lurín será muy importante a nivel mundial en lo que llamamos sistemas de iniciación que involucra detonadores convencionales (no electrónicos), booster, cordón detonantes, y productos de emulsión encartuchado. Esos son los tipo de productos donde hacemos algún tipo de “upgrade” o ajustamos la tecnología a lo que Orica requiere a nivel mundial o elevando nuestras capacidades productivas.
¿Qué esperan en el corto a mediano plazo?
Al 2023 el plan es que podamos tener la capacidad plena de la planta y suministremos a los países del mundo donde Orica opera, en ese periodo con el apoyo del Gobierno y de los “stakeholders” de Perú, y con ello no solo a nivel local, ya que esta planta va a suministrar a gran parte de la minería peruana, también a las fábricas de Orica que alimenta a la minería de otras partes del mundo.
¿Qué papel juega la innovación?
En Perú no vamos a instalar un centro de innovación como desarrollo de la investigación pero si pasa a ser un centro de fabricación mundial. Hay tecnologías que tenemos en otros países y se ha combinado con la capacidad productiva de Perú, y eso permitirá que la minería sea más sostenible, y que las operaciones sean más productivas vendrá de los productos que se fabriquen en Perú.
¿Se ven nuevas inversiones?
Este es un proceso continuo, posteriormente a Lurín diría que el cielo es el límite, ya que mientras aumentamos el portafolio de clientes o vamos desarrollando nuevas tecnologías, siempre vamos a impulsar la inversión.
¿Qué veremos el próximo año?
Los sistemas de iniciación son el “core” de Lurín a nivel de exportaciones para Orica. Tendremos una planta importante para control detonante y proyectos en encartuchado, incluyendo un producto bastante interesante que estamos trayendo a Perú que se llama Powerex, que reemplaza las dinamitas, que intrínsecamente trae un riesgo mayor. Con Powerex se quiere propiciar una situación más cómoda y segura en el cliente minero.
¿Cuál es la expectativa?
Estamos haciendo pruebas con clientes y en 2022 lo que esperamos es una conversión absoluta de un producto a otro. Han sido pruebas exitosas y estamos en el proceso de aumentar la productividad para el reemplazo. A marzo del siguiente año esperamos que ya no fabriquemos los productos a base de dinamita y haber reconvertido ese mercado.
¿Cómo ampliarán la cartera de clientes?
Más que los clientes de Perú, que ya cuentan con los servicios de la planta, el gran tema de Lurín será la capacidad que tendremos de elevar las exportaciones desde Perú. Estimamos poder incrementar los envíos entre US$ 100 millones y US$ 130 millones. Esto lo lograremos con la planta a pena capacidad, entre 2022 y 2023.
¿Y cuál es el aporte de Perú en ingresos para Orica?
Podemos decir que a nivel mundial Perú será de los principales generadores de ingreso para Orica.
“Se requiere estabilidad y certeza para inversión a largo plazo”
Para Diane Nelson, embajadora de Australia en Perú, la inversión y planes de Orica en el Perú representan la continuidad de interés por el país, pese a la coyuntura, pues el compromiso es a largo plazo. “Australia es el quinto inversionista más grande en minería en el Perú, y en el caso de Orica comenzó con la compra de EXSA, y la inversión para Lurín es una señal de cómo vemos desde Australia las oportunidades de invertir en Perú”, indica. Siempre ha considerado, dice, que el capital internacional puede ir a cualquier país y para ello es importante que se brinde al inversionista transparencia, certeza y, sobre todo, estabilidad para lograr esa inversión a largo plazo. Destacó la intención de Orica de traer la última tecnología a Perú y crear un “hub de exportación”, y con ello acelerar a los proveedores mineros peruanos.