Poco a poco el consumo de pisco y vino en el mercado local se ha ido recuperando, conforme se han reactivado más actividades y ha avanzado el proceso de vacunación contra el COVID-19.
Así, bodegas como Finca 314, del grupo familiar Moquillaza, ya ha superado, los niveles de venta prepandemia (2019) en un 10%, impulsado por sus exportaciones, la venta directa, actividades de cata y la diversificación de su oferta con nuevas líneas de producción, revela Carmen Robatty de Moquillaza, su gerenta general.
Comenta que a sus piscos, vinos, cremas y mistelas le han sumado más licores frutados, como un cóctel de mango y arándanos; mientras que, en la línea de vinos están adicionando un vino seco de mango de uvas patrimoniales. Asimismo en el futuro también apostarán por producir un espumante de esta misma fruta. “Estamos innovando al igual que todas las bodegas pisqueras para atender al mercado interno y dar en el gusto del paladar peruano que se inclina por los sabores dulces”, afirma.
Aprovechando su plantación de higo también han hecho una mistela de uva quebranta con esta fruta, señala. “Hemos separado los procesos en nuestra destilería de Ica, ya que el pisco tiene un lugar especial para que no haya una contaminación cruzada”, explica.
También adelanta que van a sacar una edición ilimitada de un brandy de quebranta de solo 1,000 botellas, las cuales estarán enumeradas al igual que sus vinos. Igualmente, han tramitado el registro sanitario de una edición ‘premium’ de un brandy en barrica de cobre de solo 12 botellas que saldrá al mercado a un precio de US$ 220, aproximadamente.
“Antiguamente las abuelas hacían diferentes productos con el pisco, como las famosas mistelas y los jarabes de frutas, y lo que estamos haciendo hoy, precisamente, es remontarnos a esas épocas, trayéndolo al presente, pero con el avance de la industria vitivinícola dando paso a otras líneas de producción”, menciona.
Exportaciones
La también sommelier sostiene que las ventas al exterior han sido importantes también para la reactivación de las bodegas pisqueras, que la pasaron muy mal en el 2020, al igual que los parceleros ya que el precio de la uva pisquera cayó de manera importante.
Las exportaciones a Brasil y Estados Unidos han sido claves, y adelanta que están a puertas de cerrar envíos de pisco y vino a Kenia.
Afirma que esto es resultado del último reconocimiento obtenido a su vino ‘Anclaje’ (de uva Albilla), el cual ganó la medalla de oro en el prestigioso certamen Awards Virtus de Lisboa, superando a vinos argentinos, italianos, chilenes y franceses.
“Hay un gran trabajo de docencia por hacer del pisco peruano en el exterior, cuando lo hagamos nos van a faltar litros de pisco para mandar al mundo, y también se necesita de un esfuerzo articulado para impulsar el consumo local”, estima.
A la fecha, el mercado internacional representa el 40% de la facturación de la empresa y el 60% el mercado local.
Finca 314 engloba a todas las marcas de la compañía, que tienen los nombres de los personajes de la familia. Entre ellas, pisco Don Reynaldo (para los piscos puros y acholados), Etelvina (piscos Mosto Verde), Mistela Rosa Victoria y el licor de fresa Fá, elaborado en base al almíbar natural de la fresa reposado con pisco quebranta. Esta última línea también se ha ampliado con las variedades de canela, menta y hierba luisa.
“El objetivo es poner en valor el trabajo que se desarrolla en nuestras destilerías artesanales y dar a conocer los productos naturales”, señala la ejecutiva.
El grupo Moquillaza, que ya está en su quinta generación y que también planea apostar por el enoturismo, tiene 17 hectáreas de cultivo de uva en el distrito de Santiago en Ica, con siete variedades de uva pisquera patrimoniales, es decir con arraigo histórico.