El fabricante de coches de hidrógeno Riversimple apuesta por la “revolución verde” prometida por el gobierno británico, que pretende conseguir la neutralidad carbono en el 2050 y quiere prohibir los vehículos de gasolina en diez años.
A diferencia de los coches eléctricos que llevan unos cuantos kilómetros de ventaja en el mercado de los vehículos ecológicos, los de hidrógeno siguen siendo un segmento embrionario aunque circulan en varias ciudades del mundo como en París.
El fabricante surcoreano Hyundai, que reivindica el primer puesto mundial, ha vendido 5,000 unidades de su modelo Nexo este año, más que el Toyota Mirai, en un mercado mundial de varias decenas de millones de vehículos.
Riversimple, una start-up en comparación con el gigante automovilístico Hyundai, es por el momento el único fabricante británico en este segmento con su modelo estrella Rasa.
Su fundador Hugh Spowers no tiene miedo de competir con los grandes del sector ya que concebido su Rasa -nombre que deriva de tabula rasa, o tabla rasa en latín - partiendo de las propiedades de la pila de hidrógeno, mientras que los fabricantes de los autos de gasolina tratan en cambio de adaptar esta tecnología a los vehículos de combustible derivados del petróleo.
Para Spowers, la gran ventaja de esta tecnología es que la autonomía es mucho mayor que la de las baterías eléctricas.
“Para los trayectos cortos, las baterías eléctricas funcionan muy bien y las necesitamos, pero si queremos una autonomía como la que estamos acostumbrados (con la gasolina), es decir, en torno a 500 km, el hidrógeno es mucho más eficaz”.
En los próximos meses, Rasa entrará en la fase de ensayos avanzada con clientes que pagan como lo hace la municipalidad local del distrito de Monmouthshire, en el País de Gales, oeste de Reino Unido, que apoya el proyecto y ha dado luz verde para construir una estación de recarga de hidrógeno en la ciudad de Avergavenny.
Es la única en la región pero recargar el vehículo solo lleva unos minutos, frente a las horas que necesita una batería eléctrica.
Precio prohibitivo
El hidrógeno, que se transforma en electricidad a través de una batería que alimenta el motor, ofrece las mismas ventajas que un coche eléctrico (aceleración, motor silencioso), y no produce ningún contaminante, solo el vapor del agua.
Pero su huella medioambiental está bajo la lupa. La producción de hidrógeno emite grandes cantidades de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, ya que es producto esencialmente de la transformación del metano.
Además, los coches de hidrógeno tienen actualmente un precio prohibitivo.
Riversimple trata de dar soluciones y propone un sistema de ‘leasing’ o alquiler-venta, que comprende los costes de mantenimiento y de carburante. El vehículo sigue siendo propiedad de Riversimple, por lo que tiene interés en que dure.
Para la edil Jane Pratt, de la alcaldía del condado de Monmouthshire “es un método mucho más sostenible de tener un vehículo” que tener que administrar una flota de automóviles.
“Pretendemos poder a rivalizar con el precio total de un Golf (de Volkswagen) aunque nuestro coche sea más caro de fabricar, debido a los flujos de ingresos previstos a largo plazo y porque nuestros costes operativos serán más bajos (que para los coches de gasolina) ya que es un vehículo muy eficiente”, asegura Hugo Spowers, que prevé lanzar su Rasa al mercado en tres años.
El contexto es favorable ya que el objetivo del gobierno británico es conseguir neutralidad carbón para el 2050 y para el 2030 pretende prohibir la venta de nuevos autos de gasolina y diésel.
El gigante británico de la química Ineos y el líder de este mercado, Hyundai, anunciaron esta semana una asociación para desarrollar la producción de hidrógeno.
Hyundai podría proporcionar su tecnología de baterías de hidrógeno para equipar el 4x4 todoterreno Grenadier desarrollado por Ineos.