A sus dos plantas de ladrillos en Lima (Carabayllo), Cerámicos Peruanos (Cepersa) planea sumar una nueva operación, pero esta vez en el norte del país ante el interesante crecimiento de esta región, revela su gerente adjunto, William Ugarte.
Chiclayo y Piura son las dos ciudades que la empresa, propietaria de Ladrillos Pirámide, está evaluando para asentar su tercera ladrillera. “Tenemos terrenos en ambos destinos y ya estamos avanzando con tres proveedores en lo que corresponde a la tecnología (maquinaria) y también con las obras civiles. Lo que está pendiente son los trabajos locales como toma de gas, luz, electricidad. Esto no lo tenemos cerrado, pero ya está presupuestado”, precisa.
Lo que también ya tienen son los créditos aprobados, y solo están a la espera de que se aclare el panorama político y con ello el plan de trabajo y la ruta que seguirá el próximo presidente, independientemente del candidato elegido, para tomar decisiones, asevera.
“Si este tema se aclara pronto, en agosto ya podríamos firmar los convenios y empezar la construcción que demoraría unos 14 a 15 meses. De esta manera, la operación de la planta podría arrancar entre setiembre y octubre del 2022, en el mejor de los casos”, estima.
La fábrica, que demandará una inversión de US$ 15 millones, tendrá una capacidad inicial de producción de 400 toneladas al día, aproximadamente, para luego pasar a las 650 y 700 toneladas al día. “Sabemos que estas ciudades al ser más pequeñas que Lima tienen un menor consumo; no obstante, creemos que, con el paso de los años, al ritmo que nos estabilicemos, irá creciendo. Estas son inversiones de largo aliento”, señala.
Precisamente, entre el 19% y 20% de la producción de Ladrillos Pirámide va hacia el norte (400 toneladas).
Respecto al interés de diversificar su oferta orientándose a la producción de cerámicos, tal como lo anunció la compañía años atrás, el ejecutivo comenta que esta será una incursión que les tomará más tiempo. “Este es un plan que lo tenemos pensado concretar en un horizonte de tres años, luego que esté bien asentada la planta del norte. Queremos estar mucho más fuerte en nuestro rubro que son los ladrillos para dar el paso hacia otro sector”, agrega.
Lo que, por ahora, sí están haciendo son alianzas comerciales con empresas de otros sistemas constructivos como viguetas para techo.
MAYOR PRODUCTIVIDAD
De otro lado, Ugarte comenta que tras concluir con la automatización de su primera planta en Carabayllo han logrado mayores beneficios como la reducción del costo de combustible, emisiones de gases y, sobre todo, una mayor productividad. “Antes de la pandemia se producía 1.850 toneladas en un día en nuestras dos plantas y ahora llegamos a 2.100 toneladas, es decir, un 12% más. Esta producción la hacemos en hornos túnel, hecho con ladrillo refractario, los siete días de la semana y las 24 horas del día”, detalla.
Afirma, además, que a raíz de la crisis sanitaria han cambiado la forma de atención y la experiencia de compra del cliente, planificando los despachos y la venta a futuro. Así, al cierre de junio proyectan registrar ventas por S/ 65 millones y en el consolidado un total de S/ 120 millones, superando en 13% al 2019.
Desde Lima abastecen a regiones lejanas como Piura, Huancavelica (donde están haciendo un hospital), Pucallpa y Arequipa, entre otras. Un 45% en las ventas se concentra en provincias y el resto en la capital.
PERIODO DE PANDEMIA
De otro lado, recuerda que el ser formal les ayudó a salir mucho más rápido del periodo de pandemia, puesto que estuvieron solo 70 días inoperativos y empezaron a despachar desde fines de mayo del 2020; mientras que, su competencia lo hizo recién entre julio o agosto.
A inicios de ese año estimaban una venta de alrededor de S/ 110 millones, pero ante la crisis sanitaria concluyeron en S/ 93 millones, lo que no fue un bajón tan importante. “En la primera mitad del año alcanzamos los S/ 30 millones y en el segundo semestre recuperamos parte de lo perdido al vender más del doble (S/ 63 millones)”, anota.
Las utilidades de Cepersa también fueron golpeadas, en parte por los mayores costos logísticos que, desde el año pasado a la fecha, han subido en 36%, aproximadamente.