Hace solo cinco años, un estudio de McKinsey & Company concluyó que la agricultura era la actividad menos digitalizada entre más de 20 evaluadas. Hasta antes de la pandemia, dicho sector, y sobre todo el agroexportador, ya había dado pasos importantes hacia su transformación tecnológica. Con el COVID-19, dicho proceso se acelerará aún más.
Perú no ha sido ajeno a estos cambios. Guillermo de Vivanco, CEO de Space AG, compañía que ofrece tecnología para incrementar la productividad en los cultivos, calcula que el 50% de las grandes empresas agroexportadoras ya están digitalizadas de alguna manera.
“Como el Perú cuenta con una agroindustria relativamente joven y que tuvo grandes capitales desde sus inicios, la adopción tecnológica no ha sido tan difícil como, por ejemplo, en Chile, que es un país que exporta más, pero no está tan tecnificado”, precisa.
Dicho grupo de compañías más avanzadas cuenta con, por lo menos, riego controlado de manera digital, a cuya data puede accederse desde una web. “El uso de agua es el elemento más importante en la gestión en una compañía agroexportadora, por eso no suele escatimarse gastos en innovación”, indica De Vivanco.
Cultivos sofisticados demandan grandes inversiones y, a la vez, mayores riesgos que pueden controlarse con el uso de tecnología. Por ejemplo, una hectárea de trigo puede venderse por US$ 2,000, mientras que una hectárea de arándanos alcanza los US$ 80,000. Por ello, las agroexportadoras han empezado a usar monitoreo con drones profesionales y datos geográficos para la mejora de los cultivos.
Tendencias
A medida que el tiempo pasa, equipos sofisticados como los drones se vuelven más accesibles. Las compañías agroexportadoras han empezado a adquirir estos equipos o terecerizarlos para poder sobrevolar sus campos y diagnosticar el estado de los cultivos.
“Mientras que un satélite proporciona píxeles de 10 metros, los drones producen imágenes con píxeles de 5 centímetros y permiten recolectar hasta 50 puntos de data por cada planta”, detalla De Vivanco. Esta información, procesada por un software especializado, permite crear, por ejemplo, un mapa de plantas muertas para saber dónde tomar medidas o también diagnosticar el nivel de vigor de los cultivos.
De Vivanco comenta que el COVID-19 ha creado la necesidad de gestionar los campos de manera remota, lo que demanda un uso más intensivo de información para la toma de decisiones y, a la vez, la aplicación de las herramientas antes mencionadas.
La innovación en el sector agroexportador no queda ahí. En la actualidad se ha incrementado el uso de tecnologías, como blockchain, para mejorar la trazabilidad alimentaria y la pandemia hará más urgente el uso de estas herramientas.
“Ahora se ha vuelto importantísimo saber quién ha cosechado qué planta y cuándo, porque si esta persona estaba contagiada, en lugar de hacer un recall de todo lo producido en el campo, se puede hacer de manera más específica y disminuir las pérdidas”, comenta De Vivanco.
De otro lado, los grandes compradores de cultivos de agroexportación peruanos, como Wal Mart o Whole Foods, también exigen la trazabilidad de los productos y esto se consigue de mejor manera a través de la centralización de la data.
Además, comenta De Vivanco, la digitalización en el sector también alcanza al personal a cargo de las cosechas. “Ahora vemos a empresas que quieren implementar billeteras digitales para pagarles a sus trabajadores, pues quieren evitar el contagio por la aglomeración de personas en agencias del sistema financiero. La digitalización de las empresas agroexportadoras no solo pasa por los campos, sino también por las personas que trabajan en los campos”, indica.
La empresa
Space AG, comenta su CEO, ajustó sus proyecciones a la baja una vez que empezó la pandemia. Sin embargo, la demanda de las empresas agroexportadoras por servicios tecnológicos ha llevado a realizar nuevos cálculos y, estima De Vivanco, que los ingresos de la startup para el 2020 podrían triplicar a los registrados el año anterior.
Entre los servicios que ofrece Space AG se encuentra Airview, que consiste en el monitoreo de cultivos con drones; y Raptorview, un software que analiza e interpreta las imágenes recogidas por los equipos de vuelo, que se complementan con data proporcionada por los clientes. “Esto permite realizar una análisis integral de los campos”, manifiesta.
De Vivanco comenta que hace algunos años el 90% de los ingresos de Space AG correspondía al vuelo de drones. Pero debido a la reducción de precios de estos equipos, muchos de los clientes ya cuentan con estos o los alquilan. En consecuencia, los ingresos por software —el principal valor agregado de Space AG—, ahora participan co el 80% de los ingresos, que incluso llegó al 100% durante los meses de cuarentena general.
Space AG ha lanzado Raptorforms, una app para recolección de datos en campo. “Normalmente las empresas hacen este proceso con lápiz y papel y luego lo trasladan a una hoja de calculo. Este nuevo servicio permite recolectar datos para el conteo de frutos o el estado de las mangueras de riego de manera más eficiente. Es un producto accesible y brinda la oportunidad de dar los primeros pasos para la digitalización a los pequeños o medianos agricultores”, afirma De Vivanco.