El pasado 18 de junio, en horas de la madrugada, el Congreso de la República aprobó un proyecto de ley mediante el cual se autoriza al Banco de la Nación a crear una cuenta básica a todo peruano que cumpla los 18 años. Desde aquel día, la iniciativa es una autógrafa de ley que se encuentra en manos del Ejecutivo para su promulgación.
Evidentemente, la iniciativa surge como una respuesta ante el primer gran problema que nos presentó la pandemia: los bajos niveles de inclusión financiera que se tradujeron en largas colas en los bancos para el recojo de los bonos de S/ 380. Según estadísticas del INEI al 2018, solo 4 de cada 10 peruanos tiene una cuenta bancaria.
Con tal panorama, la respuesta del Congreso suena sensata. Sin embargo, ¿es suficiente para solucionar los bajos niveles de inclusión financiera en el país? Gestión.pe conversó con dos expertos en políticas públicas como Luis Arias Minaya, expresidente del directorio del Banco de la Nación, y Carolina Trivelli, exministra de Desarrollo e Inclusión Social, quienes coincidieron en que se trata de “un buen primer paso” pero que, sin embargo, aún hay mucho por trabajar.
“Una incubadora inicial”
Luis Alberto Arias Minaya, expresidente del directorio del Banco de la Nación, sostiene que, en primera instancia, todo aquello que fortalezca la inclusión financiera debe ser bienvenido, por lo tanto, esta norma debe promulgarse lo más pronto posible y, más aún, cuando la pandemia evidenció que una de las debilidades del país son también sus bajos niveles de inclusión financiera.
“Sin embargo, la apertura de la cuenta por sí misma no asegura que la cuenta sea utilizada con frecuencia”, sostiene Arias. Pero plantea algunos servicios con los cuales la ciudadanía que no tiene cuenta bancaria podría empezar a beneficiarse y con ello, generar un círculo virtuoso que les permita incluirse en el sistema financiero.
“La apertura de la cuenta asegura que los peruanos puedan recibir las transferencias monetarias, que se pueda usar dicha cuenta para pagar servicios públicos, tasas por trámites, que se pueda usar para recibir devoluciones de impuestos cuando corresponda. De igual manera, sirve para recibir remesas y giros nacionales. Hay muchos giros que suelen venir del exterior y cuestan muy caro. Si se complementa con la debida educación financiera, esto funcionará como una incubadora inicial para elevar la inclusión financiera”, sostuvo.
Arias Minaya señala que, por el lado del Banco de la Nación, la pandemia demostró que la institución cuenta con expertise para crear cuentas digitales solo utilizando el número de DNI y el número de celular, pues se llegaron a abrir 3 millones de cuentas digitales temporales para recibir los bonos. Sin embargo, esta capacidad podría mejorarse aún más.
“Durante mi gestión, incrementamos el número de agentes corresponsales de 5,000 a 10,0000 agentes. Tranquilamente se puede incrementar a 20,000 en dos o tres años más y por su puesto debería crecer el número de cajeros a nivel nacional”, sostiene Arias.
“Hay incentivos que poner en valor”
Carolina Trivelli, ex ministra de Desarrollo e Inclusión Social, asegura que, sin duda, la medida suma en el esfuerzo de elevar los niveles de inclusión financiera en el país y que la misma no es una gran innovación, pues es algo que otros países de la región ya tienen. Sin embargo, la solución exige trabajar en un par de aspectos complementarios al sistema financiero como son la infraestructura y la interoperabilidad.
“La solución lo que exige son dos aspectos complementarios. Uno es ampliar y mejorar la infraestructura del sistema financiero, es decir ampliar los puntos de atención como agencias, agentes corresponsales y ATM. Sin embargo, también se debe asegurar que haya mayores facilidades para que el dinero que está en el sistema pueda fluir dentro del sistema. Es decir, poder hacer retiro en una oficina de otra entidad con facilidad. Debemos tener un sistema financiero más interoperable y con mejor infraestructura”, señala.
Sin embargo, un tercer punto es la aceptación de estas cuentas básicas por parte de quienes la obtengan, es decir que se utilicen para hacer compras y pagos sin necesidad de utilizar efectivo. En ese sentido, Trivelli considera que hay una necesidad de que el sistema se digitalice más y esté integrado a través de mecanismos como las billeteras móviles, los pagos con celular y las transacciones por internet.
Pero, ¿cómo convencer a quienes están fuera del sistema de integrarse al mismo?
“Primero, hay incentivos que hay que poner en valor: el primer incentivo es la seguridad. Andar con efectivo en la mano no es lo más seguro en términos de seguridad ciudadana. Tampoco lo es porque uno tiende a gastar más descontroladamente lo que uno tiene en el bolsillo. Hay temas de accesibilidad que generan una ventaja. Yo uso pagos digitales para que me paguen y no tengo que ir a cobrar, también uso pagos digitales para pagar. Pero este es un cambio de comportamiento grande. Tenemos que acostumbrarnos a utilizar otros sistemas. Tradicionalmente estamos acostumbrados al efectivo”, señala Trivelli.
La educación financiera, un reto constante
Y es que, finalmente, estos esfuerzos están enfocados en los trabajadores informales por lo que el reto constante es trabajar en la educación financiera. Para la exministra Trivelli esto debe denominarse “un desarrollo de capacidades financieras”, pues “no se trata de adquirir un conocimiento, sino de entender y tomar decisiones sobre las herramientas financieras que más convienen”.
“Eso exige que uno tenga conocimientos mínimos, pero, sobre todo, que tengan capacidad de decidir. Que una persona pueda hacer presupuestos y entender las características de cada producto. Eso es una tarea que tenemos que hacer como país y que le corresponde desde el Ministerio de Educación, a la SBS para tener clientes mejor informados. Le compete al Estado porque eso garantiza que van a tomar mejores decisiones financieras para su salud financiera. Es un proceso muy complejo”, concluye.