
El anunció de la alerta epidemiológica por la aparición de la gripe H3N2 en Perú vuelve a poner en debate la capacidad del sistema de salud para responder ante una eventual emergencia sanitaria. A casi seis años de la pandemia de la covid-19, las brechas del sistema de salud aún persisten.
Para salud, el país asignó S/ 33,587.2 millones para actividades y proyectos este año. Si bien más del 88% del presupuesto se ha gastado en lo que va del 2025, los montos son bajos comparados con lo que se establece en otros países.
De acuerdo con un análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Perú asigna solo alrededor del 6.2% de su PBI a la salud, un porcentaje menor que muchos países de la región como Chile, Colombia y Costa Rica.
Pero, esto no es lo único: la composición del dinero que se otorga a salud es la clave. Del monto total, S/ 17,032.1 millones, es decir, el 50.7% va a personal y obligaciones (por ejemplo, planillas). Hace solo cinco años, este monto era de S/ 9,492 millones y representaba el 30% del presupuesto asignado a salud en el 2021 (S/ 31,065.5 millones).
Con las leyes aprobadas o por aprobarse (para elevar remuneraciones o pasar a los CAS al régimen del D.Leg 728), continuaría en ascenso hacia adelante.
En contraparte, si se ven los recursos asignados solo a proyectos, para este año se tiene S/ 5,664.7 millones. Vale la pena revisar la ejecución: al 16 de diciembre se ejecutó el 76.6%. Esto tiene sentido pues salud no es precisamente un sector “constructor”: en los últimos años (2021-2024), tiene una ejecución promedio de 70%, dejando S/ 30 de cada S/ 100 como pendiente.
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¿Por qué no mejora si aumentó la inversión en salud?
A pesar de que en una década -entre 2015 y 2024- el presupuesto devengado en actividades y proyectos de salud creció un 112%, los resultados no reflejan necesariamente una mejora de los servicios para la población.
El problema no reside en la falta de recursos, sino en cómo se gestionan, sostuvo Neyra. El especialista estimó que la corrupción puede llevarse cerca de un cuarto del presupuesto.
“El presupuesto no se gasta bien, mucho es gasto corriente y en lo que queda para invertir se paga el doble o triple porque hay corrupción. La Contraloría ha calculado que se puede ir un 10% del presupuesto en corrupción, pero estimo que quizás sea un 15%, lo que serían casi S/ 4,500 millones. Lo que queda es poco para comprar medicamentos e invertir en infraestructura”, refirió.
Además, como se mencionó líneas atrás, más de la mitad del presupuesto se destina para el pago del personal y contribuciones a la seguridad social. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que en el Gobierno nacional, el gasto “rígido” representa, en promedio, el 53% del presupuesto para el sector salud, y hasta un 71% en los gobiernos regionales, limitando la capacidad de reasignación y reduciendo la flexibilidad para atender prioridades emergentes.
Ese gasto corriente, resaltó Neyra, no representa totalmente el pago de planillas de los trabajadores de salud -como médicos y enfermeras-, sino que también implica mucho gasto en personal administrativo y burocrático.
Respuesta rápida “va lenta”
En medio de una eventual emergencia, la respuesta rápida del sistema aún es un gran problema. Según datos de la Superintendencia Nacional de Salud (SUSALUD) evaluados por Videnza Instituto, más de la mitad de los establecimientos de primer nivel no cumplen con un indicador clave: operar al menos 12 horas diarias.
Esto resulta crítico pues limita la atención primaria, que es la que determina el 90% del manejo y éxito, por ejemplo, en una crisis sanitaria, indicó el especialista en salud pública, Omar Neyra.
“No estamos preparados si no tenemos un sistema de atención primaria. Tenemos un primer nivel que está completamente resquebrajado y el sistema hospitalario colapsado sin infraestructura ni equipamientos”, comentó a Gestión.
De hecho, un análisis de Videnza Instituto indica que el primer nivel del sistema de salud solo llega a atender efectivamente al 43% de la demanda de consulta ambulatoria.
Justamente, César Amaro, investigador de Videnza, precisó que el sistema de salud peruano se centra principalmente en hospitales. Con esto, la falta de un sistema que fortalezca postas y centros de salud impide solucionar el problema en la etapa más temprana de las enfermedades.
“Lamentablemente en los últimos gobiernos no se ha desarrollado el fortalecimiento del primer nivel de atención. No se va a romper esa inercia si se mantiene el modelo centrado en los hospitales. El presupuesto se concentra sobre todo en Lima y en particular en el tercer nivel de atención que son los hospitales de categoría 3, los especializados”, precisó.
La falta de previsión presupuestal también preocupa. Amaro de Videnza recordó que en la pandemia de Covid-19 se tuvo una respuesta reactiva a la crisis -con cerca de 600 normas legales para el financiamiento de la atención de salud- cuando en realidad se debería tener listo un proceso de gestión presupuestaria.

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Falta de personal y de camas
Según la última información recogida por Videnza en julio, solo existen 9.8 médicos por cada 10 mil habitantes, y alrededor de un 30% del total de ese personal de salud está en un establecimiento del primer nivel de atención.
Aunque la pandemia permitió la incorporación de miles de nuevos profesionales de salud al sistema, es probablemente que se hayan designado principalmente a la atención hospitalaria, indicó Amaro.
“El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ayudaría mucho si establece una transparencia en la base de datos de planilla de estos trabajadores del Estado para poder hacer un análisis de dónde están asignadas estas personas. Hay un riesgo altísimo que el nombramiento (de personal) ocurrido en los últimos años esté concentrado en el ámbito hospitalario y en algunos establecimientos de manera rígida, sin permitir que ese talento humano tan necesario se gestione en una red de servicios comunitaria”, refirió.
Por otro lado, la consultora indica que actualmente hay un promedio de 1.17 camas hospitalarias por cada 1,000 habitantes, pero no se tienen cifras exactas sobre las camas disponibles en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
El último dato oficial, de junio de 2024, indicaba que el Perú contaba con un total de 1,264 camas UCI a nivel nacional, lo que implicaría que habían 3.7 por cada 100,000 habitantes.
Neyra indicó que estas deficiencias se han evidenciado recientemente con la crisis que se vivió con el dengue, donde “el sistema sanitario no fue capaz de responder, por lo que con una emergencia sanitaria mayor tendremos dificultades más serias”.
Estas deficiencias del sistema se traducen en un alto impacto económico directo para los ciudadanos. De hecho, datos recientes del Banco Mundial revelaron que el 30% de los ingresos de las familias peruanas de menos recursos tienen que destinar más de sus ingresos para solucionar sus problemas de salud.

¿Y los medicamentos?
Históricamente el indicador empleado por las autoridades sanitarias no ha sido ver cuántos pacientes reciben sus medicamentos oportunamente, sino fijarse en resultados intermedios, como la disponibilidad en los almacenes. Un punto a revisar es la Disponibilidad de Medicamentos Esenciales (DME) y si estos superan el 80% de toda la oferta.
En septiembre de 2025, según cifras del Ministerio de Salud y gobiernos regionales, el 85.38% de los establecimientos de salud cuenta con lo indicado en el nivel nacional.
Asimismo, Moquegua (100%), Tacna (100%) y Cajamarca (98.3%) son las regiones que poseen mayor porcentaje de establecimientos con DME>80%. Por otro lado, las regiones con una mayor brecha por cerrar son Huancavelica (62.2%), Piura (54.5%) y Loreto (46.3%). Más retos pendientes en el contexto actual.
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Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres con experiencia en radio, tv, redes sociales y medios impresos. Escribo y hablo sobre economía y finanzas desde el 2020.







