El objetivo es volver a operar de una manera “altamente controlada” en México, Centroamérica y el Caribe y desde puertos estadounidenses antes de que acabe el 2020 con la aprobación de las autoridades reguladoras y de los países de destino. (AFP/MIGUEL MEDINA).
El objetivo es volver a operar de una manera “altamente controlada” en México, Centroamérica y el Caribe y desde puertos estadounidenses antes de que acabe el 2020 con la aprobación de las autoridades reguladoras y de los países de destino. (AFP/MIGUEL MEDINA).

La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) anunció, de cara a una reanudación de sus operaciones en el Caribe, México y Centroamérica, un paquete de medidas sanitarias obligatorias entre las que se incluye hacer pruebas de COVID-19 a todos los pasajeros y tripulantes antes de embarcar.

En un comunicado CLIA, que representa al 95% de las compañías con cruceros oceánicos, indicó que una vez reanudadas las operaciones en Europa, el siguiente “paso crítico” será la reanudación “en el mayor mercado” del mundo para los cruceros.

El objetivo es volver a operar de una manera “altamente controlada” en México, Centroamérica y el Caribe y desde puertos estadounidenses antes de que acabe el 2020 con la aprobación de las autoridades reguladoras y de los países de destino.

Actualmente está vigente una orden de no navegar emitida originalmente por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos el 14 de marzo para los cruceros con base en este país y que ha sido extendida sucesivamente hasta el 30 de setiembre.

Desde el 1 de marzo y hasta el 10 de julio del 2020, los CDC contabilizaron 2,973 casos confirmados del COVID-19 y 34 muertes a bordo de cruceros. En ese periodo hubo 99 brotes en 123 barcos con base en Estados Unidos.

Además de la realización de pruebas de COVID-19 antes del embarque, será obligatorio el uso de mascarillas a bordo por parte de pasajeros y tripulación, así como durante las excursiones siempre que no sea posible mantener la distancia física.

En las terminales, a bordo de los barcos en islas privadas y durante las excursiones se guardará esa distancia de seguridad.

Objetivo: volver a operar

Además, se adoptarán estrategias de ventilación y manejo del aire para incrementar el aire fresco a bordo y se usarán en la medida de lo posible filtros y otras tecnologías para mitigar el riesgo de contagio.

Cada barco contará con planes de respuesta de riesgo a medida, “para manejar las necesidades médicas, habrá camarotes para aislamiento y otras medidas operativas, así como acuerdos con proveedores privados para contar en tierra con lugares para cuarentena, instalaciones médicas y transporte”.

Solo se permitirán excursiones en tierra acordes con el protocolo y todos los pasajeros deberán atenerse a las normas. Quien no lo haga no podrá volver a embarcar.

A estas medidas obligatorias para todos los miembros de CLIA pueden sumarse otras que aplique cada compañía.

Se trata de “promover la salud y la seguridad de los pasajeros, los tripulantes y las comunidades visitadas” durante los viajes, subrayó CLIA en un comunicado.

El paquete de medidas se aplicará cuando las compañías reanuden sus operaciones en el Caribe, México y Centroamérica y desde puertos de Estados Unidos y será evaluado y ajustado a las necesidades que imponga la pandemia, que ha tenido un costo altísimo para las compañías de cruceros.

La Junta Global de la asociación aprobó por unanimidad la adopción de este protocolo, que es el resultado del trabajo de los expertos de CLIA y de compañías miembros, como Royal Caribbean Group y Norwegian Cruise Lines, en combinación con científicos, médicos y autoridades de salud.

CLIA publicó además los resultados de una encuesta hecha en ocho países a 500 turistas en cada uno que indica que el 75% de los cruceristas todavía tiene ganas de viajar en crucero, un descenso de cinco puntos con respecto a un sondeo similar antes del COVID-19.

Según un reciente estudio de CLIA, antes de la pandemia la actividad de los cruceros sustentaba más de 420,000 empleos y generaba US$ 53,000 millones en Estados Unidos.

Cada día de suspensión de operaciones de los cruceros produce una pérdida de US$ 110 millones en actividad económica y de 800 empleos directos e indirectos en Estados Unidos, sobre todo en Florida, Texas, Alaska, Washington, Nueva York y California.

Uno de los grandes operadores de cruceros, Carnival, anunció la semana pasada que registrará una pérdida de US$ 2,900 millones en el tercer trimestre de este año debido al impacto de la crisis del coronavirus en la industria de viajes, en general, y el transporte marítimo, en particular.

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