Si una pareja se divorcia, ¿quién se queda con la mascota? Uno de los aspectos más desgarradores de una separación está siendo decidido de antemano en acuerdos prenupciales o a través de mediadores especiales en Estados Unidos.
Algunos estados, incluidos Alaska, California e Illinois, dan a los jueces facultades para considerar lo que más le conviene al perro, el gato o el loro, igual que si fuesen niños. En Nueva York hay un proyecto de ley similar que espera su aprobación.
“El gato o el perro son parte de la familia y no deben ser tratados como los muebles o como un Honda Civic”, sostuvo el senador James Skoufis, patrocinador de la medida de Nueva York y orgulloso dueño de una gata llamada Ruth, en homenaje a la finada jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg.
Algunos jueces analizan caso por caso. Pero las parejas quedan a merced de los caprichos del juez de turno si deciden acudir a los tribunales.
Adam Citron, abogado de Nueva York que se ha ocupado de cantidades de divorcios, dice que las mascotas son “un problema constante”. Afirma que a menudo las mascotas sacan a relucir el peor lado de las personas y está a favor de acuerdos prenupciales que incluyan a los animales. Estos acuerdos son particularmente útiles si la pareja adquirió la mascota ya estando casada.
Citron considera que hace falta legislar mejor la suerte de las mascotas, porque las disputas en torno a ellas son mucho más emocionales y difíciles de resolver que lo que pasa con un juego de mesa o de cubiertos.
El abogado recomienda que en los estados donde no hay legislación al respecto, las parejas decidan de entrada el nombre que va a figurar en los documentos de adopción o compra. Esos acuerdos son importantes cuando una de las partes trata de usar la mascota como arma para sacar ventaja por otros lados.
Hay mediadores que ayudan a establecer una custodia conjunta, pero eso no siempre es lo mejor para el animal, sobre todo los perros, según expertos. Los perros son a menudo el eje de disputas feroces cuando una pareja se separa.
El abogado de Memphis Mies Mason Sr. cuenta que hace algunos años, una pareja fue a la guerra en torno a dos pastores alemanes. La esposa había tomado clases para manejarlos, el marido no.
Antes del divorcio, cuando el marido salió a pasear con los perros, uno de ellos mordió y mató a otro perro. La esposa adujo que ello sucedió porque el marido no le había dado la orden que correspondía para que se detuviese.
Durante el proceso de divorcio, el marido pidió el derecho a visitar a los perros y un juez determinó que no podría estar con los animales sin supervisión, fuera de la casa de su exesposa. Dijo que podría reconsiderar la medida si tomaba clases para manejar los perros.
“Creemos que el juez sabía acerca de los pastores alemanes porque entendió lo importante que es el entrenamiento y la disciplina de los perros”, dijo Mason.
Karis Nafte, experta en comportamiento animal con casi 26 años de experiencia, dice que hace dos años empezó a trabajar como especialista en la custodia de mascotas que ayuda a decidir la custodia de los animales en procesos de mediación.
“Trato de hacerles entender que, por más que alguien considere al perro como su hijo, si lo trata así, no le hace ningún favor”, expresó. “La opinión de un experto ayuda a calmar las aguas. Muchas veces la gente no sabe qué hacer. Simplemente no quieren despedirse del perro”.
Las visitas programadas y la custodia compartida pueden ser mucho más estresantes que una separación para el animal, según Nafte. El ir y venir de una casa a otra, con la carga emotiva que representa cada reencuentro, puede generar problemas de comportamiento.
Nafte recomienda que la custodia de la mascota sea una de las primeras cosas a resolver en un divorcio, ya que puede hacer que todo lo demás resulte más fácil. La terapia para parejas también puede ayudar.
La terapeuta Sharon O’Neil trabajó en numerosos casos de divorcio en Nueva York por 20 años. Cuenta que en una ocasión, la mujer insistió en quedarse con el perro, mientras que el marido decía que a ella no le interesaba realmente hacerse cargo del animal.
“Durante mis charlas con ella, me di cuenta de que lo que ella quería realmente era hacer sufrir al marido, porque pensaba que él quería al perro más de lo que nunca la quiso a ella”, relató O’Neill. “Al final ella aceptó que prefería no tomar esa responsabilidad y se quedó con algunos muebles que ambos querían”.
Cristina Stella, abogada del Fondo de Defensa Legal de los Animales, una organización sin fines de lucro, dice que hay que darles más atribuciones a los jueces para que decidan qué es lo mejor para el animal.
“¿Con quién se lleva mejor? ¿Quién puede satisfacer mejor sus necesidades?”, expresó.
Philip Tedeschi, director emérito del Instituto para una Conexión Humano-Animal de la Universidad de Denver, dice que los perros tienen sentimientos complejos y pueden ser muy afectados por un divorcio. “Los animales tienen vidas emocionales, sentimientos. Hasta opiniones”, declaró.