Todos recordamos a la Reina de Corazones, la autoridad, en el país que visita Alicia, que ante cualquier situación ordena decapitar al responsable. La Reina de Corazones es la personificación de la ira en el liderazgo.
Cuando estaba a cargo de una dirección de Recursos Humanos, una vez un líder me pidió formalmente que, cuando me indicase que despida a alguien, no lo hiciera. “Es que me dejo llevar, pero luego recapacito”, me dijo. Necesitaba que actuase como el paje de la reina, que no le hacía caso, porque de lo contrario ya se habría quedado sin súbditos. Triste liderazgo.
Sin duda estás pensando en algún líder que conoces que se deja llevar por la ira, asumiendo que eso a ti nunca te pasa. Lamento decirte que no es así. Que sí te pasa.
La ira no es un rasgo de personalidad, sino un estado emocional y, por lo tanto, todos la sentimos. Nos ayuda a identificar peligros y a defendernos. Ahora bien, una cosa es “sentir ira” y otra cosa es “manifestar ira”. Dado que es un estado emocional, es posible manejar nuestra reacción.
Por eso, no hablo sobre la ira, sino sobre nuestras respuestas a la misma. La primera posibilidad es la energía destructiva: ¡que le corten la cabeza! En este caso, se elimina la causa de la ira. Otra opción es la energía reflexiva, mediante la cual a una situación dada le atribuimos una valoración que nos lleva a pensar que “esto es intolerable” o “no es para tanto”.
Algunos líderes consideran que la energía destructiva es un signo de autoridad, decidiendo liderar por temor y no por admiración o confianza. Otros consideran que “dejarla salir” calma y nos deja ver como personas vulnerables, pero en verdad nos llena de culpa y vergüenza.
Solo hay una manera de ser un líder consciente frente a la ira: reconocer que existe, que la sentimos. Y valorar la circunstancia poniéndonos en la piel de quien nos está haciendo sentir ira para decidir con empatía y objetividad lo que debemos hacer. Así, midiendo la situación con razones y no con emociones, veremos que, en la mayoría de los casos, no hace falta una sobrerreacción. Y si con ese análisis nos sobran razones para explicar que debemos eliminar la causa de la ira, entonces sin titubeos: “que le corten la cabeza”.
Claves
- Influencia. La ira y el enfado son las emociones con más influencia en las redes sociales, según un estudio liderado por Rui Fan de la Universidad Beihang.
- Riesgo. El funcionamiento del corazón suele afectarse por situaciones de ira ocasionando riesgo cardiovascular.
- Remedio. “El mayor remedio contra la ira es la demora” (Séneca).