Lionel Messi y el Barcelona forjaron una sociedad victoriosa que encandiló durante más de una década, pero las fisuras en sus pilares se fueron agrandando hasta que propiciar que el crack argentino pusiera en continuidad con el club.
Messi se queda, al menos por un año, después de un inusitado conflicto por su contrato con el Barcelona. Pero se avizora una confusa temporada en el Camp Nou.
De gambeta endiablada para eludir defensores, mente brillante para el pase y goleador insaciable, Messi revolucionó al Barça. Los azulgranas se encargaron de rodearle con mentes tácticas, compañeros de clase mundial y un estilo de juego elaborado para el lucimiento de uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
Pero el nivel del equipo se ha ido marchitando con el paso de la temporada, culminando con el humillante revés 8-2 ante el Bayern Múnich el mes pasado por los cuartos de final de la Liga de Campeones. La debacle convenció a Messi que su equipo de toda una vida no tenía remedio. Fue la peor derrota en la carrera de la “Pulga”.
Después de guardar silencio por varios días, Messi tomó la “dolorosa decisión”, de informarle al Barcelona que había llegado la hora de irse de la institución donde militó desde los 13 años. Después de seis Balones de Oro, los 634 goles para quedar como líder histórico del club y una cosecha de 34 títulos, Messi determinó que encontraría mejor suerte en otro destino.
El club presidido Josep Bartomeu se plantó firme al sostener que Messi tenía que cumplir con la última temporada de su contrato, a menos que se desembolsara los 700 millones de euros de su cláusula de rescisión. Una desorbitada cantidad de dinero, incluso para un jugador de 33 años que se acerca al ocaso de una ilustre carrera.
Messi argumentó que tenía la libertad de irse apelando a una cláusula de salida en su contrato, una vez cumplida una temporada que se prolongó por la pandemia de coronavirus. Pero el Barça sostuvo que el plazo expiró en junio, cuando la campaña debió haber finalizado de no haber sido por un parón de tres meses.
El argentino acabó torciendo el brazo el viernes al afirmar que “jamás iría a juicio contra el club de mi vida”.
Su contrato vencerá el 30 de junio del 2021, pero tendrá la libertad de negociar con cualquier club a partir de enero. Los hinchas azulgranas cruzan los dedos para que el nuevo entrenador Ronald Koeman pueda convencer a Messi que cambie de opinión.
En la entrevista que dio el viernes a Goal.com, sus únicas declaraciones tras la derrota ante el Bayern, Messi no dio pistas claras sobre su futuro.
Bartomeu quiere que Messi firme un nuevo contrato. Pero el club tendrá elecciones en marzo para reemplazar a Bartomeu. Se presume que la situación de Bartomeu afecta o socava las posibilidades de retener a Messi.
El delantero consignó públicamente que se siente traicionado por Bartomeu, quien de acuerdo a Messi le había prometido dejarle salir gratis este verano. Sin embargo, el nuevo presidente no asumirá hasta dentro de un año, mucho después que Messi pueda negociar con otros clubes.
Lo que se conjetura es que se marche al Manchester City para reencontrarse con el extécnico azulgrana Pep Guardiola
Fue con Guardiola cuando Messi pasó a ser el eje del ataque, dándole rienda suelta a su conexión con los volantes Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Sergio Busquets. Los goles y títulos cayeron por raudales.
Luego fue el turno de la era Luis Enrique, cuyo punto culminante se dio en el 2015. El tridente ofensivo conformado Messi, Neymar y Luis Suárez les llevó a un monopolio de la Champions, La Liga y la Copa del Rey, una tripleta alcanzada en primera instancia con Guardiola.
Sus reiterados fiascos con la selección de Argentina sólo reforzaban la creencia de que no tenía mejor terruño que Barcelona.
Pero la salida de Neymar, amigo y aparente heredero de Messi, para irse al Paris Saint-Germain en el 2017 precipitó el declive.
El plantel envejeció y los costosos fichajes de Ousmane Dembélé, Philippe Coutinho y Antoine Griezmann para reemplazar a Neymar y a Xavi Iniesta no dieron en la tecla.
“Siempre dije que quería acabar aquí”, comentó Messi el viernes. Pero también señaló que “quería un proyecto ganador... La verdad que hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas”, añadió.
La grandeza de Messi, quien ha liderado la tabla de goleadores de La Liga durante las últimas dos temporadas, mantuvieron al Barcelona a tope en España hasta la campaña pasada. Pero las rondas decisivas de la Liga de Campeones, sin embargo, expusieron las fallas del equipo año tras año.
Los jugadores del Barcelona evidenciaron carecer de la condición física y de la fortaleza mental necesaria en los partidos más duros al final de la temporada. Primero fue la derrota por 3-0 contra la Juventus en el 2017. Luego, perdieron 3-0 ante la Roma en el 2018 y la campaña pasada el Liverpool los aplastó 4-0.
Luego de que el Barcelona cedió su corona de La Liga al Real Madrid en julio, Messi alertó que el equipo no estaba listo para competir por Europa. Pero nadie, seguramente ni Messi, podía haber previsto la debacle de los ocho goles contra el Bayern.
Koeman está de acuerdo con Messi de que el equipo necesita sangre nueva y joven. Pero el técnico holandés aún quiere que Messi lidere al cuadro.
La pregunta es si Koeman puede reavivar la alegría de Messi para jugar en el conjunto azulgrana y de manera rápida.
“Hay un entrenador nuevo y una idea nueva. Eso es bueno”, comentó Messi. “Pero después hay que ver cómo responde el equipos y si nos va a dar o no para competir”.
“Lo que puedo decir es que me quedo y voy a dar el máximo”, zanjó el astro argentino.