Carlos Ghosn fue considerado por muchos años como uno de los ejecutivos automovilísticos más destacados y brillantes en la industria automotriz, entre otras cosas, por haber sido capaz de salvar de la bancarrota a Nissan a inicios de los años 2000 y hacer que Renault volviera a dar beneficios a finales de los 90, por esta última labor llegó a ser conocido como ‘Le Cost Killer’ (el asesino de costes, en español). Pese al estatus de celebridad que había adquirido en Japón y en el mundo de los negocios, este poderoso empresario tuvo malas prácticas financieras que lo llevaron a ser acusado por diversos delitos, pero como no quería enfrentar cargos penales en el país nipón, tomó la decisión de huir escondido, nada más y nada menos que, en una caja.
Debido a la singular, pero efectiva forma que el entonces CEO de Nissan Motor y Renault escapó de la justicia, Netflix llevó su historia a su plataforma bajo el título: “Fugitivo: El curioso caso de Carlos Ghosn”. La película, de una hora con 35 minutos, abarca su vida, desde su ascenso hasta su caída. A continuación, el caso real del protagonista de este documental, que fue acusado de corrupción y evasión fiscal.
UN EXITOSO HOMBRE DE NEGOCIOS
Tras su exitoso paso por Michelin, empresa francesa especializada en la fabricación de neumáticos, donde fue CEO de Norte América, Carlos Ghosn fue convocado por el fabricante de automóviles Renault en 1996 con el fin que busque la manera de que esta compañía vuelva a darle beneficios, algo que consiguió al año siguiente.
En marzo de 1999, Renault y Nissan formaron la Renault-Nissan Alliance; y en mayo de 1999, Renault compra el 36,8% de las acciones de Nissan. Si bien, mantiene su cargo en Renault como vicepresidente ejecutivo y encargado de la división sudamericana, en junio de ese mismo año es nombrado Nissan Chief Operating Officer (COO).
Cuando Ghosn ingresó a la empresa, Nissan tenía una deuda neta sujeta a intereses de más de 20.000 millones de dólares, por lo que su quiebra era irreversible. Pero él no iba a quedarse de brazos cruzados y en octubre de 1999 anunció Nissan Revival Plan con el objetivo de volver a la rentabilidad solo al año siguiente. Su plan funcionó, aunque esto implicó el despido de 21 mil trabajadores (un 14% de la plantilla), el cierre de cinco plantas en Japón, la reducción del número de suministradores y accionistas, así como la subasta de activos como la unidad aeroespacial de Nissan. Tras los logros, doce meses después fue nombrado presidente y en junio de 2001 fue designado como CEO de Nissan.
Su pasó por el fabricante japonés de automóviles fue fructífera y solamente cosechaba logros. A esto se sumó, en mayo de 2005, su nombramiento como presidente y CEO del fabricante francés Renault, convirtiéndose en la primera persona en dirigir simultáneamente dos compañías de Fortune Global 500, la lista de las primeras 500 empresas del mundo medidas por los ingresos. Pero siguió llegando a la cima, pues en 2008 fue designado en los mismos cargos, presidente y CEO, también de Nissan.
¿QUÉ PASÓ PARA QUE TOME EL CAMINO INCORRECTO?
Aunque Carlos Ghosn había destacado en su rubro, sintió que jamás lo habían compensado adecuadamente, pues consideraba que otras personas con menos talento ganaban mucho más que él. Por ello, desde 2008, la crisis financiera, decidió buscar esquemas para compensarse económicamente a sí mismo.
LA CAÍDA DE CARLOS GHOSN
La tarde del 19 de noviembre de 2018, Carlos Ghosn retornaba al aeropuerto Haneda de Tokio sin imaginar lo que se encontraría a su llegada, ya que para ese momento era un hombre poderoso. Ni bien arribó, procedente de Beirut, un automóvil lo recogió y trasladó al control de pasaportes argumentándole que había un problema con su visa. Tras ser escoltado y llevado a un ambiente lateral cerrado, fue acusado de delitos financieros (fraude y evasión fiscal), por lo que fue arrestado y llevado al Centro de Detención Kosuge, donde permaneció cuatro meses en una celda para ser interrogado todos los días, pues se buscaba su confesión.
Tras pagar una fianza de 9 millones de dólares, se determinó su liberación en marzo de 2019; pero antes de que salga libre, fue arrestado nuevamente al ser acusado de nuevos cargos. Tuvo que pagar una fianza adicional de 4.5 millones de dólares para que recobre su libertad. Las restricciones incluían conocer todos sus movimientos, no comunicarse ni ver a su esposa, aunque se le permitió contactarse con ella por internet en la víspera de Navidad.
Se sabe que cuando Carlos Ghosn fue arrestado de nuevo en abril, allanaron su casa el momento que dormía con su esposa Carole, a quien también interrogaron, aunque no la acusaron, ella huyó al poco tiempo Japón. En diciembre, se amplía la investigación a sus hijos, algo que lo habría afectado profundamente, pues amaba a su familia.
EL DÍA QUE HUYE
El 29 de diciembre de 2019, Carlos Ghosn planifica su fuga. A la hora de almuerzo, salió de su edificio y se dirigió a un hotel cercano, donde se encontró con dos personas, que se presume serían el exmiembro de las Fuerzas Especiales de EE.UU. Michael Taylor y su socio libanés George-Antoine Zayek, con quienes iría de Tokio a Oska en un tren bala, pero con el fin de evitar ser reconocido, el empresario usó un sombrero y se cubrió el rostro con una mascarilla.
Ni bien llegaron a su destino, se dirigieron a otro hotel, de donde salieron solamente dos de los hombres, quienes llevaban unas maletas con formas de caja: en una de ellas estaba escondido Ghosn, de acuerdo con la emisora NHK. El punto final era el aeropuerto, lugar en el que pasó todos los controles sin mayor riesgo y fue llevado a un jet privado.
Solamente escondido en una caja donde se ponían instrumentos musicales, fue así como Ghosn dejó el país nipón rumbo a Turquía al promediar las 11:00 p.m. Cuando llegaron a tierras otomanas tuvieron que cambiar de avión con rumbo a Beirut, Líbano, donde ingresó legalmente usando su pasaporte francés y tarjeta de identidad libanesa. El escape fue un éxito.