Jorge Eslava, escritor y docente. Autodefinición. Se considera un nostálgico. “Vivo muy aferrado a algunos recuerdos”, indica. (Foto: Leandro Britto | GEC)
Jorge Eslava, escritor y docente. Autodefinición. Se considera un nostálgico. “Vivo muy aferrado a algunos recuerdos”, indica. (Foto: Leandro Britto | GEC)

El escritor y docente Jorge Eslava sostiene que desde hace muchos años practica una resistencia pacífica contra la tecnología. No tiene un smartphone, redes sociales ni nada que se le parezca. “Si no, no tendría tiempo para escribir, enseñar o hacer deporte”, afirma.

Su obra más reciente, “Rodillas sucias”, tiene relación con su prédica. Se trata de un libro de literatura infantil que rescata los juegos de barrio, aquellos que se disfrutan sin que una pantalla se interponga entre los participantes.

¿Por qué reivindicar los juegos de barrio?

El barrio como institución formativa es importante y como concepto de pertenencia. Pertenecer a un barrio significaba defender ese espacio físico, sentirse dueño incluso de las personas que habitaban ese espacio. Desde luego que son conceptos que hoy resultan extraños, pero tiene sus ventajas: la nobleza, el honrar tu palabra, el compañerismo y esta complicidad entre chicos y chicas sin necesidad de que mediaran estas cuestiones ideológicas de hoy.

¿Cómo es escribir para niños?

Es sumamente difícil porque te obliga a colocarte en un lugar que ya no te corresponde. Pero no es tan difícil cuando has crecido en la docencia, como es mi caso. El colegio afinó mi oído, mi sensibilidad hacia los intereses infantiles y adolescentes. Sigo palpitando un niño, a pesar de que tengo un cobertor que envejece inevitablemente.

El libro tiene la característica de situar los juegos en regiones distintas del país. ¿Es distinto escribir para un niño de Lima y otro de provincia?

Creo que sí. Hay un mundo interior muy similar, pero el entorno del mundo rural, el contacto con los animales y la naturaleza no lo son. En el interior es más claro ver cómo la materia prima del entorno, a través del ingenio, puede transformar una piedra, un palito en una herramienta en un juego.

¿Qué beneficios tienen los juegos de barrio?

Permite que los chicos conozcan las normas de un juego y que ellos sean los propios administradores de esa justicia. Uno aprendía a ser buen ganador porque no te burlabas del derrotado y también a ser buen perdedor. Cada juego se jugaba a conciencia y con seriedad.

¿En qué se parecen la literatura y el juego?

El niño juego con juguetes y crea un mundo, el escritor hace lo mismo con las palabras. La concatenación de las palabras ya es un juego. Uno tiene su propio lego personal y el estilo es la particularidad que tiene cada uno para armar su lego.

¿La literatura infantil es un mercado rentable?

Muchas editoriales que han venido al Perú lo han hecho tentados por la literatura infantil y juvenil, que es la línea más rentable. Tienes la posibilidad de afiliar colegios, es decir, hacer de la escuela un mercado cautivo. Por eso la lectura en el Perú está tan ligada al colegio.

Y fuera de él no se lee…

La lectura debería partir del hogar. Le hemos encomendado a nuestros maestros, que tampoco leen, que se encarguen de esa difícil tarea. Lo cual no está mal, pero sería mejor si los capacitaran convenientemente. Sería lindo tener profesores altamente calificados, con bibliotecas personales, que tengan tiempo y dinero para ir al cine y al teatro.

“Una de las virtudes más paralizadores de la vejez es creer que ya lo sabes todo. El mundo infantil, por el contrario, es ingenuo y vorazmente curioso”.

EN CORTO

Publicación. “Rodillas sucias” reúne seis relatos de juegos que se disfrutaban en las calles y los caminos de nuestro país. “El libro aspira a que estos juegos se jueguen en las escuelas. Necesitamos chicos menos sedentarios, que gusten de la travesura, del ingenio, pero para eso hay que tener un profesor capo”, señala.

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