Con cautela, y apostando por su continuidad, las heladerías de Lima vienen preparándose para este verano 2021. La sensación es de optimismo, a pesar de lo complicado de un año marcado por la pandemia y las pérdidas que muchas de ellas han registrado debido a la paralización de los negocios y la cuarentena.
La Cremería Toscana, un negocio familiar nacido en Barcelona y que opera en Lima desde diciembre de 2018, apenas llevaba en funcionamiento un año tres meses cuando, debido a la emergencia sanitaria, se vio obligada a cerrar su tienda ubicada en San Isidro.
“La pandemia nos obligó a cerrar hasta junio. Tuvimos cero ventas en ese tiempo y, por tanto, nuestra proyección de crecimiento, que iba muy bien, también se vio paralizada”, cuenta Alfonso Linares, representante del establecimiento.
Nueve meses después, la realidad se presenta bastante mejor, a pesar de las dificultades mencionadas. Y las proyecciones para el verano se tornan positivas.
“A pesar de la pandemia, este 2020 cerramos casi al mismo nivel de ventas del 2019. Nuestras expectativas eran crecer un 30%, pero si consideramos las dificultades, el resultado es buenísimo”, dice Linares.
Estrategias de cara al verano
“Actualmente atendemos al 50% y hemos implementado un delivery propio a través de nuestras redes sociales, correo y líneas telefónicas. En cuanto al local, desde noviembre pasado, la heladería atiende en su nueva sede de San Isidro”, explica.
Al igual que la Cremería Toscana, el caso de Palettas, marca de helados artesanales de origen chileno y que funciona en Lima desde el 2017, la pandemia significó un duro golpe. “Partamos desde la premisa que todos nuestros productos estaban en centros comerciales. La afectación fue del 100%. Tuvimos que parar operaciones en la planta y obviamente en los módulos”, cuenta su gerente Édgar Ochoa.
Sin embargo, la crisis, lejos de jugarles en contra, abrió a Palettas la oportunidad de reinventarse. “Nos dimos cuenta que necesitábamos tener mayores canales de venta. Empezamos con Rappi, pero este mes lanzamos nuestra propia e-commerce, una plataforma amigable pensada en resolver todos los inconvenientes que pueda tener el usuario en su compra”, explica Mariela Salgado, encargada de marketing de Palettas.
“El e-commerce está delimitado por la zona donde el usuario ingresa. Es decir, el módulo de Salaverry atiende una ratio de 2 km a su alrededor. Y nuestro propio motorizado hace la entrega. Entonces el usuario hace un pedido, elige el sabor la promoción, lo paga vía online y se le avisa cuándo llegará. Tenemos también la opción de recojo en tienda para evitar el contacto”, agrega.
Ante todo, calma
Los resultados son positivos para Palettas. Y la posible llegada a las playas no se descarta. Sin embargo, la cautela va primero. “Por el momento tenemos fijo que para este verano vamos con las promociones para incrementar el volumen de compra e ir tanteando nuestra cobertura de delivery. La pandemia ha dejado una lección: ir con calma y medir las acciones para no lanzarnos al vacío”, dice Salgado.
Esa misma cautela es la que maneja Patricia Nagamine, dueña de Crem de la Crem. La heladería ha decidido seguir atendiendo por delivery, y si es de manera presencial, se hace a vitrina cerrada y con las medidas de seguridad necesarias.
“Pienso que hay que ser cautos y cuidarnos entre todos. Ya el cliente decide si come el helado en su casa o al aire libre. Nuestra mayor preocupación ahora es la seguridad, mantener los cuidados y la distancia entre los clientes”, señala Nagamine, quien lamenta que por la pandemia se haya perdido la experiencia de la convivencia.
Para el verano, Crem de la Crem decidió comprar envases tipo tapers resistentes a bajas temperaturas, con la idea de que la gente los reúse. Una vez salido del taller de producción, el helado se envasa, se cierra, y no se abre hasta que este llega a manos del cliente.
“El helado siempre ha sido alegría y nosotros ofrecemos eso. La calidad no ha cambiado. La experiencia quizás, pero el producto sigue siendo el mismo”, finalizó.