Una nueva investigación sugiere que bastaría una rutina sencilla de ejercicios para ayudar a las personas mayores con problemas de memoria.
Los médicos han dicho desde hace mucho tiempo que la actividad física ayuda a mantener sano el cerebro. Pero el estudio financiado por el gobierno estadounidense se basa en las pruebas más prolongadas para determinar si el ejercicio físico tiene algún efecto una vez que la memoria empieza a fallar. Y el estudio se realizó en medio de una pandemia que sumó el aislamiento a la lista de riesgos a la salud mental de los participantes.
Los investigadores reclutaron a unos 300 adultos mayores sedentarios con un problema de memoria difícil de diagnosticar llamado deterioro cognitivo leve y que a veces, no siempre, es un precursor del Alzhéimer. A la mitad se le asignó ejercicios aeróbicos y al resto movimientos de estiramiento y equilibrio que apenas elevaban su ritmo cardíaco.
Otro componente crucial fue que los participantes de los dos grupos recibieron atención de entrenadores que trabajaron con ellos en gimnasios de la YMCA en todo el país. Y cuando el COVID-19 cerró los gimnasios, los ayudaron a mantenerse en movimiento en casa a través de videollamadas.
Al cabo de un año, las pruebas cognitivas revelaron que ninguno de los grupos había empeorado, dijo la investigadora principal Laura Baker, neuróloga de la Facultad de Medicina Wake Forest. Los escaneos de cerebro no mostraron el encogimiento que acompaña los problemas de memoria agravados.
En comparación, enfermos de deterioro cognitivo leve en otro estudio de salud mental a largo plazo —pero sin ejercicios— experimentaron un deterioro cognitivo significativo al cabo de un año.
Estos resultados iniciales son sorprendentes, y el Instituto Nacional del Envejecimiento advirtió que las pruebas hubieran sido más contundentes si se hubiera estudiado a los que no hacían ejercicio en la misma prueba.
Pero los resultados indican que “esto es factible para todos”, no solo los mayores lo suficientemente sanos como para provocar un sudor abundante, dijo Baker, quien presentó los datos el martes en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzhéimer. “El ejercicio debe formar parte de la estrategia preventiva” de los mayores en situación de riesgo.