Marcel Fort, gerente general de Crecer Seguros, fue tenista toda su vida hasta que conoció el golf hace seis años. “Una pasión que encontré tarde. Me hubiese gustado conocerla antes, porque me encanta tanto que me habría dedicado a esto profesionalmente”, comenta el ejecutivo que inició en este deporte por trabajo.
¿Por qué le apasiona tanto?
El golf es un deporte muy social. Se desarrolla en los negocios porque toma entre cuatro y cinco horas, y se suele jugar en grupos de cuatro personas. Conversas en ese ambiente distendido. Y te encuentras también con otros gerentes en los campeonatos.
¿Qué tan fácil es socializar para usted?
No puedo decir que soy ‘el alma de la fiesta’, pero me es fácil hacer muchos amigos por el deporte. Es una forma de generar relaciones.
¿Son importantes las relaciones?
Bien entendidas y enfocadas en temas profesionales, sí. Si no conoces un sector o empresa, las conversaciones con quienes trabajan en ellos te enriquecen. Además el networking permite que te recomienden a alguien que necesitas. Pero mi prioridad los fines de semana en estas actividades sociales es el entretenimiento.
¿Los cargos altos vienen acompañados de amiguismo?
Hay de todo. Los años y las canas te muestran que hay intereses que son legítimos si conoces la motivación detrás. El problema es cuando hay algo escondido. Las malas experiencias han sido mínimas en mi caso.
La coyuntura nos muestra lo contrario.
Siento tristeza porque ya nada me sorprende de la política peruana en estos años. El peruano de todo nivel socioeconómico suele ser muy solidario en tiempos difíciles, desde quienes hacen una olla común hasta quienes pueden conseguir oxígeno o ventiladores.
¿Qué falla en el camino entonces?
Se suele decir que todo viene de casa, pero creo que el desarrollo de la sociedad depende también de los colegios, las universidades y las empresas. De lo contrario, tenemos técnicos muy calificados pero sin valores.
¿Hace falta un mea culpa desde el lado empresarial?
Los que tenemos 50 años pasamos momentos muy duros en el gobierno militar y luego en el de Alan García. Por eso buscamos el desarrollo económico. El problema fue no canalizar los recursos a temas relevantes como la educación, salud y seguridad; y solo ver lo urgente. Ahí perdimos el poncho.
¿Proviene de allí la mala fama de la derecha peruana?
Se entiende más al empresario cuando se hace emprendimiento y notas lo difícil que es. ¿Cuál era la prioridad en esa crisis? Hacer empresariado de sobrevivencia. Planificar a cinco años era imposible. Parece justo buscar el beneficio a corto plazo. Las generaciones ahora son más sensibles a la realidad y creo que hay más buenos que malos empresarios.
¿Vivir esa época lo preparó para enfrentar la crisis actual?
Sí. Hacía colas con mi mamá en meses de 400% de inflación. Y acabando la universidad pensaba que debía irme porque el Perú parecía inviable. El drama ahora es ver cómo parece que un avión cae a diario en el país.
¿Quiénes son la nueva generación?
Ahora vemos a quienes tienen entre 30 y 40 años con más conciencia. Más allá de salir en la foto por donar un respirador, su preocupación por ayudar es real.
¿Pueden las nuevas generaciones poner al poder contra la pared?
El mercado castiga malos comportamientos y prácticas empresariales. Ahora es difícil que una marca de zapatillas venda un par si quienes las elaboran son niños explotados.