Sebastián Ausin es abogado de profesión. Pero decidió abandonar ese mundo de hombres de traje que trabajan, a veces, incluso los fines de semana para laborar en tecnología para gestionar los recursos humanos. Ahora es country manager de Buk Perú. “Tengo una relación especial con este país porque mi esposa es de aquí”, dice el ejecutivo chileno de 34 años.
¿Son muy estructurados los abogados?
Uno de mis jefes allí me decía: “Yo no sé por qué tenemos una capacitación para enfrentar las contrataciones millennials y no ellos a nosotros”. Cada vez están cambiando más esa mentalidad. Tienen mucho que aprender de startups y millennials.
Usted tiene la edad límite de los millennials, ¿se identifica con ellos?
Los millennials valoran su tiempo libre tanto como su trabajo. Los “X”, la generación anterior, son más de trabajar 24/7 para tener su casa o auto. Tengo de ambas cosas y creo que en el punto medio está la virtud. Por eso nos regimos más por responsabilidades e iniciativas, mas no por horarios.
Aún es un líder joven, ¿qué cree que le falta mejorar?
Para mí es muy importante mantener la calma, pero también el sentido de urgencia. A veces uno se deja llevar por el problema del minuto y transmite nerviosismo. También soy muy positivo, pero me falta ser más estratega.
¿Cómo asumió el impacto de la pandemia para el negocio?
Hubo un poco de miedo. Las empresas pueden ver como un gasto extra contratar herramientas tecnológicas porque andan con la billetera ajustada. Pero en un mes empezaron a interesarse más en la transformación digital.
Se pueden mejorar procesos con la tecnología, pero ¿qué tan difícil es crear cultura organizacional a distancia?
Es un desafío y una oportunidad. Antes la creación de cultura era unidimensional. Ahora hay multiplicidad de herramientas y canales de comunicación. A través de las redes sociales es posible comunicar los valores de la empresa, los cumpleaños y marcar los liderazgos.
¿Qué tan común es que un colaborador no conozca los valores de su empresa?
Mucho. Es muy propio de Sudamérica. Las empresas americanas suelen preocuparse más por ello. Tienen cuatro valores máximo y los publican en todas partes y todo lo que hacen gira en torno a eso. Aquí lo ven un poco cursi, como que no sirve.
¿Qué valor transmite usted?
Como líder trato de ser bien transparente. En Perú no nos conocemos en persona. Para paliar eso, cada semana tenemos una hora y media para conversar de cualquier cosa menos de trabajo. Ningún tema es tabú. Se suele hablar de todo, incluso de política.
¿Qué preocupaciones hay al respecto en su equipo?
Tanto en Perú como en Chile, la coyuntura política está bien revuelta. Destaco que he visto mucho respeto porque no siempre es así, a veces se acaloran los discursos. Sin duda, hay miedo a la incertidumbre, que la economía se vea muy afectada, que la empresas especulen y no se quiera invertir.
¿Cómo responde a ello?
Lo bueno de estar en más de un país en Sudamérica, es que nos hemos dado cuenta de que las empresas, después de un tiempo se dan cuenta que la vida sigue. En Chile tenemos experiencia con el estallido social, los meses de tensión y debate político hostil, pero el mercado luego dice no es tan terrible. Transmitimos un mensaje positivo.
¿Qué cualidad suya le permite lograr eso?
Me gusta afrontar las relaciones humanas con mucho humor, contando chistes o dramatizando.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Me gusta mucho jugar tenis y fútbol. También subir cerros, pero aquí no hay muchos. Ahora estoy aprendiendo a surfear.