Andrés Chirinos, gerente general de la filial peruana del grupo farmaceútico Naos (Bioderma-Esthederma-Etat Pur), lee más de 60 libros al año. Suele hablar con fábulas y en un acento extraño porque es español, con nacionalidad venezolana y vive en Perú hace 13 años. “Me gusta mucho el storytelling. Creo que las personas entienden realmente lo que quieres decir”, señala el empresario, que también corre tabla desde los 10 años.
¿Qué fábula sintetiza lo que ha aprendido en su carrera?
Una serpiente trata de comer todo el tiempo a una luciérnaga pero no la alcanza. Entonces esta le dice, te dejo comerme si respondes estas tres preguntas. ¿Te he hecho algo? “No”, dice la serpiente. ¿Formo parte de tu cadena alimenticia?. “La verdad es que si te como, tengo que cenar porque no me llenas”, responde. Entonces, ¿por qué me quieres comer? “Porque no soporto verte brillar”, replica la víbora.
¿Eso qué dice de nuestra forma de trabajar?
En Latinoamérica estamos llenos de capacidad y habilidades blandas, pero la competitividad y el miedo a que el otro brille más que yo hace que tengamos un ambiente lleno de serpientes.
Pero competir no es malo…
No, pero yo cambié el competir por colaborar. Me tomó mucho tiempo darme cuenta que no tenía que ser el mejor, sino la mejor versión de mí, sin comparaciones. Al principio mi error fue ver el negocio tratando de ganar a la competencia sin tener un carácter establecido. La cultura organizacional es ese carácter. Y el liderazgo es la combinación de carácter con estrategia. No debe faltar ninguno, pero de ser así, que falte lo segundo.
¿Cómo lucha contra su propio ego?
Cambiándolo por autoestima. El ego te hace ver mejor que los demás y la autoestima te muestra que todos son especiales. Además, que juzgar es algo irrisorio y que debes apartar la culpa y el querer tener la razón. El ego le huye a las oportunidades de mejora, con la autoestima trabajas en ellas, aceptas el feedback porque es gasolina para construirte.
¿Es más difícil para los jefes darse cuenta que no tienen la razón?
Pasa mucho abajo y arriba. Se trata de diferencias culturales en la manera de ver las cosas. Por eso es importante tener propósitos. El mío es inspirar a otros para ayudarlos a encontrar su propio camino a pesar de las circunstancias. Y eso es no victimizarse, sino adaptarse a las condiciones.
¿Ha sentido muchas veces que tenía la razón?
Hace menos de tres años quería tener la razón e imponer mi verdad sobre la manera correcta de liderar. Ahora sé que este es mi estilo y si alguien lo quiere compartir pues lo hablamos y lo hacemos más grande.
Hemos hablado mucho de liderazgo. Algunos aman estos temas y otros lo consideran un cuento.
(Ríe) Hay un chiste que dice ¿cuántos coach se necesitan para cambiar una bombilla? Uno solo pero la bombilla tiene que querer cambiar. Las personas que tienden a rechazar estos temas de coaching son quienes ven la parte técnica como prioridad. A corto plazo puede funcionar el “si no haces esto, te quedas sin trabajo”. Pero la otra opción es acercarte al trabajador y preguntarle cómo lo puedes ayudar. El liderazgo facilita el resultado a través de la cooperación.
¿Qué pasa cuando estas dos formas de trabajar se encuentran en la empresa?
Un amigo hace poco empezó a trabajar en una empresa donde todos esperaban que les dijera qué hacer. Y él decía: “pero estoy empezando, más bien díganme qué se les ocurre y estoy aquí para ayudarlos”. Hubo ese choque cultural y necesitas habilidad para hacer entender que todos pueden tener la solución a un problema.
- Liderazgo técnico. Chirinos aplica la teoría de las limitaciones. Junto a su equipo se pregunta los cinco “¿por qué” acerca de un síntoma en la empresa. Luego este se transforma en problema de fondo y luego en un reto de innovación. “Tengo 75 retos que quiero compartir con universidades, agencias, etc. Pueden servir para cambiar el ánimo de las personas en las organizaciones después de un proceso de duelo como el que pasamos por la crisis”, comenta.