
La crisis desatada por el covid-19 hace que vivamos tiempos excepcionales a nivel global. En ese sentido, Aldo Panfichi, sociólogo y vicerrector de investigación de la PUCP, afirma que, más allá del miedo y la preocupación, los profesionales de su disciplina “tenemos la suerte de mirar cómo una época acaba y otra empieza a surgir”. Conversamos con él sobre las transformaciones de la que varias generaciones ya somos testigos.
¿Qué cambios tenemos al frente hoy?
Usualmente las generaciones mayores tenemos el rol de enseñar y formar a las menores. Ahora empezamos a vivir lo contrario, que los jóvenes, las nuevas generaciones, son las que empiezan a liderar por su capacidad de mayor adaptación a los cambios.
¿En qué lo notamos?
En la tecnología, por ejemplo, en el manejo de software y el conocimiento técnico. Los mayores generalmente necesitan asistencia, que les enseñan cómo funciona el teletrabajo o la teleeducación. Además, es momento de la ciencia, de la tecnología. Ya no es la época de los abogados, de los sociólogos.
Aparte de la capacidad de adaptación, ¿qué otra fortaleza encuentra?
Otra es el pragmatismo. Los mayores hemos vivido nuestra juventud con filiaciones comunitarias más fuertes, sean ideologías, religiones, etcétera. A la juventud de ahora le cuesta menos ver qué es lo que funciona y lo que no. Están más orientados hacia resultados, que es algo que funciona bien en situaciones cambiantes como la de ahora.
¿Y sus debilidades?
Hay que esperar qué proponen porque son las nuevas generaciones las que sacarán adelante esta situación en el futuro. Por ahora, es el momento de la intergeneracionalidad.
¿En qué sentido?
La crisis la vivimos todos, tanto jóvenes como viejos. En ese sentido, todos vamos a tener que adaptarnos y encontrar soluciones en el corto o mediano plazo. Por ejemplo, la organización del trabajo va a cambiar. Solo las empresas que se adapten sobrevivirán.
En el aspecto laboral, ¿no es mejor tener a jefes con experiencia en crisis anteriores, como la del 2009?
Sí, claro, pero lo que se enfrentaba en el 2009 era solo una crisis económica. Lo de ahora cambia la forma de organizar la vida y alcanza todos los órdenes de las cosas. Sí, se necesitará gente con mucha experiencia que haya vivido tal vez los primeros años de Fujimori, donde hubo un cambio muy fuerte. Pero ahora la transformación es integral.
En el aspecto social, ¿qué cambios experimentaremos?
La forma de expresar la confianza y los afectos. Esta crisis nos va a llevar tal vez a adoptar prácticas de la cultura asiática. Allá, si tú respetas y quieres a alguien, no te puedes acercar. La distancia es respeto y los saludos son reverencias.
Aquí es todo lo contrario…
Exacto. Aquí la confianza y el respeto es el abrazo, la proximidad física.
Usted es aficionado e investigador del fútbol. ¿Se imaginó un futuro sin fútbol?
El fútbol no es solo entretenimiento, sino una industria cuyo insumo principal son las emociones, las identidades. Es uno de los espacios que permitía una descarga emocional de las tensiones de la vida diaria.
Es, además, un sentimiento que se disfruta mejor en compañía…
El fútbol nos hacía sentir parte de una masa, pero ahora no será así. ¿Cómo será toda esta pasión vivida en solitario o en ámbitos reducidos? Es algo que va a afectar la dimensión pasional de este deporte.