La información solía ser un asunto localizado. Antes de Internet, las cuentas bancarias se limitaban a libros contables en un archivador y se necesitaba tanto trabajo para copiarlas que rara vez salían del edificio.
Los marcos de IBM aparecieron en las décadas de 1960 y 1970 e introdujeron la era de la centralización digital. No fue tanto un cambio consciente como conveniente. Las computadoras eran buenas para manejar información, así que seguimos dándoles más. Los cheques bancarios, los cupones de bonos y los certificados de acciones pronto desaparecieron a favor de los registros electrónicos. Hoy sería impensable contar con un instrumento al portador en papel por un valor significativo.
Las bases de datos digitales permitieron funciones que de otra manera serían difíciles de manejar: detección de fraude, puntajes de crédito, publicidad dirigida. Pero también eran una responsabilidad nueva para los recopiladores de datos. Como fuente central de información, inevitablemente se convierten en árbitros de las interacciones humanas.
Históricamente, las entidades poderosas tienden a consolidar su poder. Pero la reciente reacción populista podría empujar a los tecnólogos a moverse en la dirección opuesta.
Los humanos originalmente vivían en pequeñas comunidades donde el capital social era primordial y la confianza se otorgaba en consecuencia. No hace tanto tiempo que las personas realizaban toda su actividad bancaria en una sola sucursal y el personal del banco conocía a los clientes por su nombre. Esto condujo al tipo de relaciones personales que vemos en películas antiguas como ¡Qué bello es vivir!
Estas relaciones pueden ser cómodas, pero no se adaptan al tamaño y la escala de las sociedades modernas. A medida que evolucionó la civilización, surgieron instituciones para hacer cumplir las normas y reducir el riesgo de cooperar con extraños. En lugar de confiar en cada una de nuestras contrapartes, solo necesitamos confiar en las instituciones. Ahora podemos negociar billones de dólares en activos en los mercados financieros todos los días sin preocuparnos por si un certificado de acciones puede ser una falsificación.
Incluso si el gobierno quisiera regular el comportamiento privado, no podría colocar a un agente de policía en cada hogar para seguir cada uno de nuestros movimientos.Excepto que cada vez puede más. Hoy en día, es poco probable que las personas paguen en efectivo sus apuestas. Es más probable que usen Venmo, donde los pagos se evalúan automáticamente para detectar actividad sospechosa. Todo lo que parece ilegal, incluso las transacciones entre amigos, da como resultado una cuenta bloqueada.
Los panópticos digitales permiten una aplicación más estricta de las normas de lo que anteriormente parecía posible (y tal vez alguna vez se pensó que era deseable). El blanqueo de dinero fue criminalizado en la década de 1930, pero no fue hasta la Ley de Secreto Bancario de 1970 que las instituciones financieras debieron vigilarlo activamente. Cuando los registros de los clientes vivían en archivadores, no era factible monitorear todas las transacciones para detectar actividades sospechosas.
Una vez se estableció que un proveedor de servicios financieros podría ser considerado responsable de la fuente de los fondos de un cliente, sus responsabilidades se expandieron rápidamente. En la actualidad, no solo los bancos deben cumplir con las leyes de conocer a sus clientes (KYC), sino que también se espera que conozcan al cliente de su cliente (KYCC). La idea de que el dinero en moneda pertenece a su titular actual ha desaparecido, reemplazada por la noción de que la procedencia de cada activo debe ser rastreada.
La sustitución de la autoridad regulatoria no se limita a los bancos. Cualquier empresa con una base de datos conectada a Internet puede quedar encargada del cumplimiento de la ley. Facebook Inc. y Google, de Alphabet Inc., responden a decenas de miles de solicitudes de datos gubernamentales cada año. Amazon.com Inc. ha recibido la orden de entregar grabaciones de sus altavoces inteligentes para el hogar. Las grandes empresas de tecnología incluso ofrecen prácticos portales web mediante los cuales las agencias de aplicación de la ley pueden solicitar registros.
El director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, se defendió contra la división de su compañía en Aspen Ideas Festival en junio, señalando la posible pérdida de un aliado para ayudar a los reguladores a abordar problemas como la interferencia electoral y las campañas de desinformación: "dividir estas compañías no mejoraría a ninguna de estas empresas. ...Tendrían estos problemas; estarían mucho menos equipados para lidiar con ellos".
Facebook mantiene información íntima sobre más de 2,000 millones de personas en un lugar conveniente. ¿Por qué el gobierno acabaría con eso?
Hay un conflicto aquí. La tecnología que se creó para promover la cooperación entre extraños ahora se usa para controlarlos.
A medida que las empresas se vuelven cada vez más globales, se debaten entre la necesidad de cumplir con las leyes estadounidenses y el deseo de evitar alienar a sus propios clientes. Después de que Edward Snowden revelara la complicidad de las empresas tecnológicas en la vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad, los clientes extranjeros huyeron de los proveedores tecnológicos estadounidenses a favor de sus competidores en el extranjero. Más recientemente, la creadora de aplicaciones de productividad en el lugar de trabajo Slack Technologies Inc. quedó bajo fuego por bloquear usuarios en Irán, Cuba y otros países sancionados por EE.UU. GitHub, de Microsoft Corp., siguió con acciones similares poco después.
Esa tensión está creando una demanda de opciones de diseño de tecnología que no permita a las empresas controlar a sus clientes. Facebook habilitó el cifrado de extremo a extremo para su aplicación Messenger, y Apple Inc. construyó sus iPhones de tal manera que ni Apple no pueda hackearlos.
Las empresas tecnológicas también están comenzando a usar una técnica de intercambio de información doble ciego conocida como encriptación homomórfica para recopilar y analizar datos. Obtienen los beneficios de la minería de datos masiva sin la responsabilidad de monitorearlos. Las aplicaciones propuestas para este tipo de tecnología van desde los registros médicos hasta el software de votación. El cálculo doble ciego solía ser prohibitivamente costoso, pero los avances tecnológicos lo han hecho factible para el análisis a gran escala.
El movimiento cyberpunk a principios de la década de 1990 previó la anarquía del ciberespacio. Propuso soluciones tecnológicas para facilitar el comportamiento cooperativo en ausencia de un órgano rector. El objetivo era la anarquía, no en el sentido del caos, sino en el sentido de que nadie estuviera a cargo. En lugar de depender de los reguladores y la policía, las reglas definidas por el usuario se aplicarían con incentivos económicos y software.
El bitcoin es el ejemplo más destacado. Es un instrumento al portador, pero en lugar de un certificado, se usa firmas criptográficas para autorizar transacciones imposibles de falsificar. El historial del libro mayor se almacena en una base de datos replicada en decenas de miles de máquinas en todo el mundo, y se espera que los usuarios verifiquen las transacciones por sí mismos.
En un mundo donde la confianza en el establecimiento ha caído a un mínimo histórico, "no confíe en nosotros" es un atractivo argumento de venta. Cuando Facebook anunció libra, la compañía tuvo el cuidado de enfatizar su limitada autoridad sobre la criptomoneda propuesta. Libra será gestionada por una fundación suiza de la que Facebook es solo un miembro.
La compañía no engañó a nadie con esas aseveraciones de descentralización, pero los objetivos son instructivos. Facebook sabe que la mejor manera de conquistar a los usuarios es minimizar su propia participación.
Incluso los bancos centrales pueden apreciar esto. En el Simposio de Política Económica de este año en Jackson Hole, Wyoming, el presidente del Banco de Inglaterra, Mark Carney, sugirió una moneda hegemónica sintética que podría proporcionarse a través de una red de monedas digitales de bancos centrales.
Es un claro rompimiento de medio siglo de dominio del dólar. Los bonos del Tesoro de EE.UU. representan dos tercios de las tenencias globales de reservas, que residen como entradas de bases de datos en los bancos de la Reserva Federal, donde se puede monitorear o detener cada transacción.
Otros países no comparten el aprecio de los estadounidenses por la autoridad regulatoria de EE.UU., especialmente aquellos en el extremo receptor de sanciones.
Los estados miembro de la Unión Europea son reacios a sacrificar oportunidades comerciales y de inversión con Rusia, Irán y otras economías para adhirir las sanciones de EE.UU. Como solución, los bancos europeos crearon un vehículo de propósito especial llamado Instrumento de apoyo para los intercambios comerciales, o Instex, para ayudar a las empresas a hacer negocios con Irán sin enviar dinero realmente a través de las fronteras. Instex actúa como una cámara de compensación que iguala créditos y débitos para negociación, pero las transacciones se compensan y se agrupan para que el dinero no cruce las fronteras iraníes.
Hasta ahora no se ha utilizado mucho, pero existe una versión informal desde hace siglos. Hawala es un sistema internacional de transferencia de valor que depende de una red global de corredores. Puede parecer primitivo debido a la ausencia de contratos y tribunales, pero hawala reduce las remesas a los países pobres que los bancos internacionales consideran demasiado arriesgados para prestar sus servicios en ellos. Los corredores de hawala no cumplen con los requisitos de KYC, por lo menos no en el sentido legal. Los participantes se conocen entre sí según las relaciones informales en las comunidades locales.
También existe una versión en las criptomonedas. Bitcoin Lightning es un sistema de compensación descentralizado donde los participantes envían mensajes de pago en bitcoin por todo el mundo. A principios de este año, se realizó una serie de pagos por Lightning entre usuarios en EE.UU. y Europa, luego a Irán y luego a Israel, que concluyeron con una donación a un programa de ayuda humanitaria en Venezuela. Los pagos fueron aprobados por el protocolo Lightning, y si los participantes no hubieran anunciado su maniobra en Twitter, nadie se habría enterado.
Se necesita mucho tiempo para generar confianza, pero solo un momento para destruirla. Cuando las personas pierden la confianza en las instituciones que los atienden, la actividad económica se descompone. La solución no es hacer que las instituciones poderosas sean aún más poderosas, sino crear tecnología que reduzca la necesidad de confiar en instituciones poderosas.
Las mayores innovaciones aprovechan el instinto humano para expandir lo que es posible. Las instituciones financieras hablan mucho sobre ampliar el acceso a la banca, pero eso podría perjudicar a quienes no tienen acceso actualmente. Un panóptico monolítico no es un sustituto del conocimiento local.
Todo esto suena mal si usted está a cargo de la política exterior de EE.UU. o cualquier tipo de regulación. Es bueno si quiere un mundo donde las personas puedan cooperar sin interferencias. Después de todo, así es como se logra el progreso económico.
Por Elaine Ou
Ou es ingeniera de blockchain de Global Financial Access en San Francisco y escribe sobre tecnología para Bloomberg Opinion. Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y sus propietarios.