Conversar con un robot que cambia de identidad, tomar una copa preparada por una máquina que adivina nuestro estado de ánimo o resolver, sin salir de casa, una urgencia a cientos de kilómetros, son apenas una muestra del universo de la inteligencia artificial, protagonista de la Web Summit de Lisboa.
Gigantes consagrados, como Google o Microsoft, 'unicornios' (empresas emergentes valoradas en más de US$ 1,000 millones) e innovadores desconocidos aprovechan la cita tecnológica más importante de Europa para hacer negocio, buscar financiación o descubrir "tesoros" como Furhat, la estrella de la segunda jornada de la Web Summit.
Furhat, una empresa emergente sueca de robótica, presentó hoy su "robot social", un busto parlante capaz de mover la cabeza, las cejas, hablar y hasta cambiar de identidad, es decir transformar sus rasgos masculinos en femeninos y suavizar su voz.
El robot llegó incluso a dar una breve clase de portugués y muchos ya le comparan con Sophia, la robot que protagonizó la pasada edición de la Web Summit y que volverá mañana al Altice Arena, el pabellón central del Parque de las Naciones donde se celebra la cumbre.
Ajenos a Furhat, decenas de jóvenes aguardaban hoy en el estand de Sentiment Meter a que una aplicación les indicara su estado de ánimo tras rastrear su expresión facial aprovechando un servicio de Microsoft.
"Aquí es solo un juego, pero es un aplicación que puede servir muy bien para valorar la atención al público en empresas, hoteles y en departamentos de la administración", explicó Marta Gomes, de Sentiment Meter.
A pocos metros, el francés Leo Caletti, disfrazado como el doctor Brown, el coprotagonista de "Regreso al Futuro", se ofrecía a organizar un "Hacketton", una competición que se desarrolla en dos días entre empresas emergentes de un sector.
Ya consolidada en el sector, TeamViewer ofrece softwares de seguridad para conexiones remotas y abre un horizonte que hasta ahora parecía de novela de ciencia-ficción.
"Hay muchos profesionales que trabajan con Inteligencia Artificial y que no acuden a la oficina tradicional. Les abrimos la puerta a hacer un trabajo de campo a distancia", señala Hugo Patricio, representante de TeamViewer.
La realidad aumentada permite, por ejemplo, resolver averías a miles de kilómetros o tomar decisiones sobre situaciones de emergencia.
"Elaboramos un programa a medida, según las necesidades del cliente", continúa Patricio. Todo, con un toque en el teléfono móvil.
También un toque en el móvil basta para reservar en un hotel, hacer el registro, entrar directamente en la habitación y planificar la estancia, sin intercambiar una palabra con la recepción.
Es una de las apuestas del gigante Accenture, cuya división especializada en "hospitalidad" ofrece, además, servicios con Jibo, un mini robot que nos informará de las noticias del día, con quien podremos charlar, jugar y hasta bailar.
Para los amantes del café, Delta ha inventado un dispensador -que recuerda a una pistola y "dispara" una dosis molida- y que, conectado a una mochila, permite preparar una taza caliente y con todo el sabor en medio de la nada si es necesario.
Tanto, que la marca promociona la idea con un "astronauta" que se pasea con su "pistola galáctica" por los cuatro pabellones de la Web Summit, que en esta edición, su tercera en Lisboa, recibirá a unas 70.000 personas.
Muy cerca, "Trasty", el perro robot de la aseguradora portuguesa Fidelidade, protege al cohete que simboliza el despegue de nuevos proyectos.
Tan sencillo, en apariencia, como encerrarse en el cohete y hablarle a una minicámara para "vender" un proyecto durante un minuto. El ganador se conocerá el jueves, al cierre de la Web Summit.
Al final de una jornada agotadora, nada mejor que un cóctel preparado "a medida", con una aplicación que interpreta la expresión del rostro y decide en función del estado de ánimo del usuario.
El "barman" es sustituido por una pequeña caja que contiene hasta ocho bebidas diferentes combinadas en función de la orden recibida.
Aunque la inteligencia artificial no podrá nunca sustituir al placer de acodarse en una barra y dejarse aconsejar por un experto barman con quien, además, compartir confidencias.