¿Y qué le dirías a alguien que quiere trascender? Hay que atreverse a ser diferente. Sí, le diría eso. Hay que atreverse a ser diferente.
Hace unas semanas visité la Basílica de la Sagrada Familia diseñada por Antonio Gaudí. Gaudí murió con 74 años. A su muerte, sólo había avanzado un 10% de la construcción que le fuera encargada a los 31 años. Con casi 43 años de su vida dedicados a esta obra, murió sin verla concluida. Han pasado más de 130 años, y aun no se concluye.
Gaudí no limitó su ambición en el diseño de la basílica. No le importó ni el tamaño de la inversión, ni la complejidad, ni cuánto podría tardar. Sólo quiso hacer una iglesia en la que estuviera representado todo el evangelio. Y vaya que lo está logrando. Diseñó algo que nunca nadie se había atrevido a diseñar.
Otro catalán interesante es Salvador Dalí. En Figueres puede verse el museo que él mismo diseñó y que es una obra que contiene muchas de sus obras. No lo hizo en Nueva York ni en Madrid, sino en el pueblito en el que nació. Hoy miles de turistas al año llegan hasta ese pueblo retirado a visitar el museo de este genio. Hizo algo que nunca nadie se había atrevido a hacer.
Freddy Mercury, Coco Chanel, Albert Einsten, la madre Teresa de Calcuta, Airton Sena, …., y podría seguir con nombres que todos recordamos porque en el fondo se atrevieron a ser diferentes.
Sin embargo, en nuestra vida diaria tendemos a ser “normales”, donde “normal” significa ser como todos son. Nos vestimos con los mismos cánones de la moda. Frecuentamos los mismos lugares. Leemos y opinamos como todos. Nos movemos cuidando de no cruzar el límite de lo normal por el miedo al “qué dirán”.
La presión social nos limita y corta nuestras habilidades creativas, capacidades de liderazgo, o nuestras facultades productivas.
No digo que todos tenemos que pasar a la historia como los famosos que he nombrado. Pero sí que todos podemos hacer lo que hacemos de una manera diferente. De una manera recordable.
Estuve tomando un café en Nomad Café, en Barcelona. Marcelo, el barista de Nomad me explicó todos los detalles de por qué su café era espectacular. Y claro que lo es. La pasión con que hace cada tasa consigue un sabor perfecto, que nace desde cuando ponen a tostar el café. Estamos hablando de una tasa de café, no de una basílica. Pero creo que Marcelo tiene mucho de Gaudí.
Todos tenemos la oportunidad de ser diferentes. Lo difícil está en atreverse. Es una decisión personal. Lo que está claro es que, si quieres transcender, hay que atreverse a ser diferente.