¿Y qué le dirías a alguien que está teniendo muchos cambios en su vida? Hay que pensar con las manos. Sí, le diría eso. Hay que pensar con las manos.
Casarse, cambiar de trabajo y mudarse. Todo al mismo tiempo. Empezar estudios en la universidad y cambiar de casa y de ciudad. Tener un hijo, cambiar de puesto en el trabajo, y empezar a estudiar un postgrado. Cambio de jefe, cambio de puesto, cambio de casa. Todo al mismo tiempo.
¿Les suena algunas de éstas? Porque, aunque los expertos aconsejan claramente evitar varios cambios en simultáneo, la realidad de la vida es que las circunstancias se suman y de pronto te encuentras que ha cambiado tu jefe, tienes un niño de 5 meses de edad, estás cambiando de casa, y se vive un entorno político y económico complejo. Todo al mismo tiempo. O, sin preverlo, firmas un contrato alucinante para tu negocio pero que demandará mucho de ti, has iniciado un proceso de separación de tu pareja, y tienes la necesidad de vivir en otra ciudad. Ejemplos tenemos muchos.
Muchos cambios en tu vida en simultáneo te han puesto la cabeza como un bombo que retumba sin parar. Te despiertas por la noche. Te distraes por el día.
Es en ese momento donde la inteligencia reflexiva y analítica no alcanza y necesitamos recurrir a otra clase de inteligencia: la visual. Hay que pensar con las manos, significa que necesitas sentarte con papel y lápiz para empezar a dibujar ese momento de tu vida. Graficar lo que te está pasando. Dibujar cada uno de los cambios que estás viviendo y dimensionarlos en el real impacto que están teniendo en tus emociones. Identificar qué alegrías y miedos te están generando. Y con mirada espacial tomar decisiones para que vuelvas a ser quien controla tu vida y no que sean los cambios los que la dirijan.
Hay diferentes maneras de hacerlo. Te propongo la mía:
- Primero hago la lista de los diferentes cambios que estoy viviendo.
- Luego dibujo cada cambio como un círculo y le doy más tamaño a aquel que resulta más complejo de asumir y gestionar, y menos tamaño al que me parece más sencillo de afrontar.
- Después me centro en los dos o tres de mayor tamaño. Sobre ellos escribo mis oportunidades y mis miedos.
- Finalmente, analizo qué miedos puedo vencer con las oportunidades para quedarme sólo con aquellos miedos que no consigo resolver. Y enfocado en ellos identifico mitigantes.
- Cuando termino el proceso tengo un panorama claro de lo que debo hacer. Las oportunidades que debo aprovechar y acciones concretas para mitigar los miedos.
Para encontrar la ruta, cuando tienes muchos cambios en tu vida, hay que pensar con las manos.