Generalmente, pensamos que si no tenemos la culpa de algo no tenemos la responsabilidad de repararlo; sin embargo, a veces estamos sumergidos en una situación tan insegura, tan incierta y tan problemática, que nada es tan prioritario como arreglarlo.
En este nuevo episodio, Gisella Benavente –CEO de Axia Consulting Group y especialista en liderazgo y sostenibilidad– analiza las razones por las que las empresas son las llamadas a liderar el cambio que necesitamos.
Si partimos de que actividad comercial se basa en el intercambio, las empresas no están separadas de su entorno sino inmersas en él. En este sentido, un sistema de mercado es un método de coordinación social en el que se establecen relaciones económicas basadas en el intercambio.
«Las actividades empresariales se desarrollan en un sistema que es interdependiente, pues intervienen varios actores públicos y privados que influyen unos en los otros y dependen unos de otros», afirma Benavente.
Un mercado es libre cuando cualquiera puede participar en igualdad de oportunidades y en el que se espera que sus participantes mantengan sus promesas y cuando no es así, debe tener consecuencias para quien las incumple en aplicación de la ley.
Benavente explica que los gobiernos son vitales para garantizar igualdad de oportunidades, supervisar el buen funcionamiento y proveer a la población de servicios básicos como educación y salud. Sin reglas claras y mecanismos justos y efectivos, resulta muy difícil operar un mercado en el que se respete la propiedad privada y los contratos. En ese contexto, la corrupción reemplaza la competencia y determina a los ganadores, y las sociedades corren el riesgo de volverse populistas estableciendo medidas políticas que no buscan el bienestar del país, sino únicamente conseguir la aceptación de los votantes. Y, este escenario es sumamente negativo para el desarrollo de las empresas.
Entendiendo que la actividad empresarial forma parte de un sistema que es interdependiente y que está en crisis, a un buen empresario debe importarle el país donde opera pues no es posible tener éxito y garantizar la sostenibilidad de los negocios en una sociedad inestable que se deteriora.
«Si bien, tradicionalmente, no se asocia como un rol de las empresas involucrarse en su entorno político y social, el tiempo ha demostrado que enfocarse solo en su rendimiento económico es un error», comenta.
Así, el rol de las empresas, además de generar ganancias, es contribuir a una mejor sociedad. Y para que las empresas puedan conectar con la sociedad e impulsar un modelo de negocio que persiga el bienestar común, necesitan líderes con empatía y auténtico compromiso social.
«Como sector privado podemos mirar de costado y esperar que alguien más lo arregle o apostar por liderar el cambio recuperando la confianza de la ciudadanía», finaliza.