(Bloomberg) Tony Blair y John Major pasaron 20 años intentando destrozar el uno el partido del otro. Ahora, los viejos rivales se están uniendo para enfrentar un enemigo común: la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, y su marcha hacia un .

La razón de la extraña alianza a través de líneas partidistas es el temor a que los puntos de vista del 48% que votó por permanecer en la Unión Europea (UE) no sean representados por el Partido Laborista de la oposición.

Los enemigos de antaño quieren suscitar un debate que, además, obligue a May a preocuparse también por los que votaron a favor de quedarse en la UE al momento de negociar la separación.

La caída del movimiento laborista liberó aún más el camino a los euroescépticos para imponer su agenda a los conservadores gobernantes, ahogando los argumentos de figuras tan destacadas como George Osborne, ex ministro de Hacienda.

"Venga ya, cielo" fue la respuesta despectiva del ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, al discurso de Major esta semana, advirtiendo que May había hecho promesas irreales.

"Tenemos en este momento, justo cuando el país se está embarcando en este colosal compromiso del Brexit, una oposición que ha dejado el escenario completamente vacío", dijo la ex secretaria de Educación conservadora Nicky Morgan en una entrevista.

"Ustedes necesitan que el gobierno se haga responsable y la gente que debe hacer eso es la oposición de Su Majestad", agregó.

A los que buscan suavizar el Brexit les gustaría que el Reino Unido permanezca en el mercado común, opción que May catalogó como algo imposible.

En su defecto, quieren conservar la mayor parte de los beneficios de pertenecer a la UE que puedan, incluyendo el libre comercio de bienes con el bloque, el acceso a extranjeros talentosos y mercados para los servicios financieros del Reino Unido.

Exponer sin tregua"Nuestro desafío consiste en exponer sin tregua cuál es este costo, demostrar que la decisión se basó en un conocimiento imperfecto que ahora se convertirá en conocimiento informado, calcular de una forma 'fácil de entender' cómo el proceso causará un daño real a nuestro país", dijo Blair el 17 de febrero.

Major se hizo eco de esos sentimientos el 27 de febrero: "He observado con creciente preocupación que han llevado al pueblo británico a esperar un futuro que parece ser irreal y excesivamente optimista".

Sus objetivos precisos varían. Blair dijo que quería cambiar la opinión pública al punto de llegar a revertir el voto del Brexit. Major no fue tan lejos, pero no descartó apoyar un segundo referéndum.

Su éxito podría depender del estado de la economía, que hasta ahora se ha mostrado resistente a la decisión del Brexit. Si empieza a decaer, entonces los votantes podrían preocuparse aún más por el impulso que May le da al Brexit y pedir que este se repiense.

Por ahora, tienen preguntas que May no puede o no podrá responder.

"¿Cómo quiere que su política de inmigración se manifieste? ¿Cómo quiere que su política comercial se manifieste? ¿Cómo quiere que su política de negocios se manifieste?", preguntó Osborne ante la audiencia de la Cámara de Comercio Británica. "Ahí es donde está el diablo, en el detalle".