(Bloomberg) Si se le pregunta a Donald Trump qué piensa de la política comercial estadounidense, su respuesta es clara: nos están robando. Pregúntenle a Hillary Clinton y el mensaje es mucho más complicado… lo que podría poner en peligro sus probabilidades de conquistar a los votantes que se sienten marginados en la globalización de la economía.

Los dos candidatos presidenciales se encontrarán en el primer debate cara a cara el 26 de setiembre en Nueva York. Mientras que es probable que Trump reitere su desdén por las normas comerciales que, según él, perjudican a los trabajadores estadounidenses, a Clinton se le está acabando el tiempo para ofrecer una visión sucinta de cómo prosperará la economía estadounidense en un mundo en el que la mano de obra y el capital fluyen cada vez más libremente a través de las fronteras.

Si bien los economistas en general aún coinciden en que el comercio es bueno, los votantes se han mostrado más escépticos en esta elección, y Trump ha sacado partido de sus temores. Ese discurso se acerca al estado de ánimo de los británicos que en junio votaron a favor de abandonar la Unión Europea.

"El comercio encaja en uno de los mensajes básicos que ha construido Trump, que es que 'el otro' es peligroso para nosotros", ya se trate de los mexicanos, los chinos, los musulmanes u otros grupos, dijo Barry Lynn, director del programa Open Markets de New America Foundation de Washington.

Para Trump, el sistema comercial internacional es una pelea entre naciones que deja ganadores y perdedores, y China está derrotando a EE.UU. hábilmente. Clinton tiene un desafío de comunicación más grande: reconocer que hay víctimas además de beneficiarios en el país, ofrecer alternativas a los desfavorecidos y alertar de que el aislamiento o el castigo a un socio comercial rival podría ocasionar más perjuicios.

Que Clinton presentara argumentos sólidos en materia de globalización sería decisivo para que recuperara una ventaja estadísticamente significativa en las encuestas. Clinton tiene una exigua ventaja de 2,1 puntos porcentuales sobre Trump en el ámbito nacional, frente a una de 6,3 puntos a fines de agosto, según un acumulado de encuestas reunidas por Real Clear Politics a las que se accedió el 22 de septiembre. En Ohio, un estado disputado con una base fabril importante, Trump hace poco dejó atrás a Clinton y le lleva una ventaja de 1,8 puntos.

Quienquiera que gane, la transición a una nueva visión de la globalización podría ser larga y dolorosa.

"Esto no cayó del cielo, así que me resulta difícil pensar que va a desaparecer porque sí", dijo Josh Bivens, director de investigación y políticas del Instituto de Política Económica, que en parte es financiado por agrupaciones sindicales. "Es un descontento respecto de la política comercial que ha ido creciendo en los últimos quince años más o menos" y que ha cambiado la forma de pensar de la gente sobre la globalización, agregó.