El Programa Nacional de Bienes Incautados (Pronabi) es la institución encargada de administrar temporalmente las propiedades confiscadas a personas con procesos penales abiertos y, tras emitirse la sentencia respectiva, subastarlas al mejor postor.
Desde el año 2012, dicha entidad ha vendido un sinnúmero de vehículos, casas, departamentos y joyas decomisadas a narcotraficantes, funcionarios sentenciados por corrupción, lavadores de activos, terroristas, entre otros.
Sin embargo, hay un objeto valioso bajo poder del Pronabi que no ha podido ser subastado hasta el momento, pese a que ya han transcurrido 18 años.
Se trata de la casa de playa del exasesor presidencial Vladimiro Montesinos, sentenciado a 25 años de prisión por la matanza de Barrios Altos y la muerte de Pedro Yauri.
La historia del ‘búnker’
La periodista Sally Bowen, en su libro “El espía imperfecto”, cuenta que Montesinos ordenó construir dicha vivienda, ubicada entre la Avenida Malecón y el Jr. Costa Azul, en la playa Arica, en el año 1996.
Primero adquirió un lote, luego compró las cuatro casas vecinas. Al final se hizo dueño de las dos terceras partes de toda la manzana que rodea a su propiedad.
Estos predios fueron inscritos a nombre de Juan Valencia Rosas, Nelly Tovar Mendivil y otras dos personas, quienes fueron acusados de ser testaferros de Montesinos.
El inmueble tiene unos 2,024 metros cuadrados y está compuesto por 5 lotes (1, 7, 8, 20 y 21). Tiene 20 habitaciones, las cuales se conectan por una red de túneles secretos. Todas las chapas y puertas están blindadas con acero, mientras que partes de la fachada, de color blanco, están cubiertas con metal.
El primero de los túneles se encontraba debajo de un ropero y terminaba en la vivienda de al lado. El otro pasadizo estaba localizado bajo una tina y cuenta con escaleras y corredores.
El tercero de estos túneles se ubicaba debajo de una piscina y conectaba directamente al exdepartamento de Jackeline Beltrán, expareja sentimental de Montesinos.
En el año 2001, tras difundirse el primer ‘Vladivideo’, el Estado incautó este inmueble y en el 2003 se convirtió temporalmente en un almacén del Ministerio de Educación.
Subastas frustradas
Para la coordinadora ejecutiva del Pronabi, Mónica López Torres, esta vivienda se ha convertido en un objeto especial por sus características.
“Todo el inmueble está blindado, tiene una capa de acero corroído por los años y no tuvo un mantenimiento. Frente al mar es mucho más complicado hacerlo. Todo está absolutamente cubierto de metal. Es sumamente difícil que alguien lo compre”, indicó a Gestión.
El Pronabi subastó hasta en nueve oportunidades el ‘búnker’; sin embargo, no tuvo el éxito deseado.
En la última subasta, realizada en mayo del 2018, la casa de Montesinos se ofertó en S/3’462,000; sin embargo, en la primera puja no hubo mayores interesados.
Se volvió a tasar el inmueble y se modificó el precio a S/2’000,000, pero tampoco se logró el cometido.
“Cuando se tasa un propiedad se puede pujar (ofertar) hasta tres veces. De ahí se tiene que volver a tasar el bien. La casa de Montesinos se tasó tres veces y subastó hasta en nueve oportunidades, pero no tuvimos los resultados esperados”, recuerda López Torres.
Su nueva utilidad
El Pronabi no solo subasta estas propiedades incautadas, sino muchas veces las ha cedido, de manera temporal, a varias instituciones públicas que lo requieran, en particular, las que luchan contra la criminalidad organizada y demás delitos, como el Poder Judicial, Ministerio Público y Policía.
Precisamente, esta institución entregó, de manera indefinida, el lote más grande de esta propiedad al Poder Judicial, a fin de que se convierta en la nueva sede de la Corte Superior de Justicia de Lima Sur.
Los lotes restantes serían asignados al Ministerio de Justicia.