Foto de la portada del libro "Los incas republicanos", publicada por el Fondo Editorial del Congreso.
Foto de la portada del libro "Los incas republicanos", publicada por el Fondo Editorial del Congreso.

Poco se dice sobre lo que sucedió con los descendientes de la nobleza inca luego de la llegada de los españoles. Se daba por hecho que no existían rastros sobre su linaje. Sin embargo, el historiador neerlandés Ronald Elward Haagsma ha corroborado que la sangre incaica se mantiene en decenas de familia alrededor del Cusco.

Según informó BBC Mundo, el historiador llegó al Perú en 2009 con la intención de averiguar qué había pasado con los herederos de los gobernantes incas durante los últimos años de la colonia y las primeras décadas de la independencia. Como resultado de su investigación escribió el libro “Los incas republicanos”, publicado en 2020.

Elward Haagsma revisó más de 150,000 documentos y entrevistó a cerca de 35 familias que sobreviven cerca a Cusco, la antigua capital del Imperio Inca.

En la entrevista con el medio británico, señaló que tras la Independencia, varios miembros de estas familias nobles indígenas apoyaron activamente la nueva República y durante los primeros años participaron de la política nacional. No obstante, por varias razones los indígenas terminaron siendo excluidos e invisibilizados.

Hacia fines de siglo la población indígena, ya desvinculada de la continuidad de su pasado, casi no tenía derechos y ese racismo, que se articula políticamente entonces, lamentablemente no desaparece, apunta el historiador.

Agrega que la Independencia no tuvo como consecuencia una nación mestiza, sino que un pequeño grupo de origen europeo, y los terratenientes de origen mestizo y europeo, tomaron el control total del Estado y crearon jerarquías sociales basadas en el color de la piel, apellidos, costumbres, idioma, todos relacionados a Occidente y vistos como algo superior.

Como consecuencia, la cultura local termina siendo estigmatizada como inferior, lo que significa una colonización mental. “Su identidad y su historia dejaron de existir, fueron convertidas en objetos de colección o en folklore, y dejaron de ser gente de carne y hueso con sentimientos, pensamientos, opiniones, derechos e historias que viven en el presente”, manifiesta.

La misma historiografía peruana, en las pocas ocasiones que investigó el tema, prefirió verlo como algo perdido o extinto, sin continuidad alguna, a pesar de que generaciones de descendientes siguieron manteniendo posiciones de influencia en sus comunidades y varios de ellos desempeñan cargos públicos hasta el día de hoy. De las casi 50 familias que existen hoy, indica, ha conocido y conversado con representantes de 35 de ellas.

“En lo que hoy son los distritos de San Sebastián y San Jerónimo, a 15 y 20 minutos de la ciudad del Cusco, estos descendientes mantuvieron posiciones de prestigio a lo largo del tiempo, en una señal de sobrevivencia de la memoria. En otros lugares, su ascendencia imperial poco a poco pasó a ser una leyenda familiar, hasta perderse”, sostiene.

En el 2014, Elward Haagsma participó en una investigación del ADN de los incas, a cargo de la Universidad San MartÍn de Porres y auspiciada por National Geographic, y los resultados fueron publicados en un artículo científico. Según este estudio, representantes de cinco familias distintas de San Jerónimo y San Sebastián tenían un ancestro común que había vivido en el siglo XV, en pleno imperio inca.

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI las familias imperiales incas fueron expulsadas de sus palacios en lo que hoy es el centro de la ciudad del Cusco, y enviadas a reducciones alrededor, relata. En dos de ellas (en los distritos de San Sebastián y San Jerónimo) se concentraba la mitad de los linajes de los gobernadores inca.

“Aquí, a lo largo de unos 500 años se mantuvo un sorprendente nivel de continuidad. Tanto así que cuando los indígenas reciben el derecho al voto en 1980, empiezan a elegir como alcaldes a varios descendientes de los antiguos emperadores (...). Eso significa no sólo una continuidad de liderazgo sino además de cierta popularidad. Como digo en mi libro, los incas regresaron al poder por las urnas, aunque esta vez a nivel local”, expresa.




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