Los retos para alcanzar una verdadera inclusión digital, sin embargo, aún son múltiples.
Los retos para alcanzar una verdadera inclusión digital, sin embargo, aún son múltiples.

Cuando la joven Carmen Rosa Huamán creó una asociación de mujeres tejedoras en su comunidad campesina de Ayaviri, en la región peruana de , nunca imaginó que, algún día, soñaría con dar a conocer al mundo sus tejidos; un horizonte cada vez más palpable gracias a la llegada de internet móvil 4G a esta recóndita zona de los Andes.

En el 2020, Huamán compró, a los 28 años, su primer celular: “La pandemia nos lo ha exigido”, cuenta la mujer desde los exteriores de su rudimentaria casa, situada al pie de la vía que atraviesa su comunidad, a más de 3,000 metros de altura y a una hora y media de la ciudad de Cusco.

Según relata, la asociación de tejedoras nació de la necesidad de dar un sustento alternativo a las vecinas de Ayaviri que, como ella, se dedican a “ser amas de casa”, a cuidar a sus hijos y ayudar, de vez en cuando, a sus esposos en la chacra (finca).

Son quince jóvenes que semanalmente se reúnen para autoinstruirse en el arte de la costura en el centro del pueblo, con vistas al impotente nevado de Salcantay. Empezaron tejiendo gorros, chalecos, manoplas y ponchos para vender en su humilde comunidad, que alberga a unas 400 familias de agricultores quechuahablantes.

Pero desde hace un año, se les abrió una ventana de oportunidades tras el arribo del internet móvil 4G, con el que ahora aprenden a perfeccionar sus técnicas a través de videos de Youtube y aspiran a replicar las experiencias de otras asociaciones de tejedoras peruanas que exportan sus productos al exterior.

“Gracias a eso, internet, ya sabemos conectarnos, más o menos nos está sirviendo para sacar más calidad y ver otras (asociaciones) que están vendiendo por WhatsApp, por Internet, pero falta conocimiento más que todo”, reconoce Huamán, ataviada con un sombrero blanco de copa alta, sellado con una cinta azul.

Cerrar brechas para el desarrollo

La tecnología 4G en Ayaviri llegó en el 2021 de la mano de Internet Para Todos (IPT), una empresa que integran Telefónica, Facebook, BID Invest y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), con el compromiso de cerrar la brecha digital y democratizar el acceso a la red en Latinoamérica.

Según detalla el presidente ejecutivo de Telefónica en Perú, Pedro Cortez, el IPT se trazó como objetivo en el país andino llevar la conectividad a 30,000 localidades rurales y, con tres años de vida, logró llegar a más de 13,700, lo que suponen a 2.5 millones de personas.

“En el caso de Cusco, son más de 1,500 comunidades, que aproximadamente son 280,000 personas”, puntualiza el presidente ejecutivo, quien comenta que, para alcanzar la meta, aún falta llegar a 3.5 millones de peruanos. A su juicio, eso demorará unos tres o cuatro años más.

Cortez insiste en la capacidad transformadora de la conectividad al traer “desarrollo e incremento de productividad a las pequeñas empresas que están en estas zonas rurales, bienestar para la familia, educación digital, salud digital e intermediación financiera digital”.

En ese sentido, asevera que, con internet 4G, Ayaviri ha “cambiado completamente”.

Y razones no le faltan.

La madre de familia Yoni Surco, por ejemplo, logró con ello culminar sus estudios secundarios vía Zoom y el agricultor Justo Álvarez empezó a organizar a través de grupos de WhatsApp el trabajo agrícola comunal.

Incluso el hijo de Justo, Armando Álvarez, creó una página de Facebook para divulgar las celebraciones y tradiciones de Ayaviri.

“Hace un año había que subir al cerro, ir al otro lado, solo así entraba el internet teníamos que demorar unos 10 o 15 minutos, correr, pero ahora ya no es así tenemos internet a nivel comunidad en todos sitios y ya no necesitamos salir al campo”, apostilla el presidente de la comunidad, Faustino Galiano.

Una carretera aún por asfaltar

Los retos para alcanzar una verdadera inclusión digital, sin embargo, aún son múltiples. Y así lo reconoce el propio Cortez, quien señala que “es muy importante traer internet, pero es muy importante también trabajar de la mano del sector privado y del sector público para generar un impacto real para estas comunidades”.

El dirigente de Ayaviri, por ejemplo, reclama tener acceso a la televisión por cable porque, según explica, la comunidad suele enterarse de las noticias por Facebook, pero “llega (todo) retrasado, pasado un día, dos días, tres días, y mediante la televisión todo se ve en vivo”, comenta.

Por su parte, el director de la escuela primaria del pueblo, donde estudian alrededor de 35 alumnos, reivindica más computadoras, tabletas y un Wi-Fi comunitario porque el tienen ahora, dice, “no llega a las aulas”, lo que obliga a los niños a tener que acercarse a la antena, ubicada a unos cincuenta metros del colegio.

“Falta mucho”, admite el presidente de Telefónica en Perú, quien concluye que con los avances de IPT “ya está puesta la carretera, que a veces puede ser lo más difícil”, y que ahora se requiere del esfuerzo conjunto del sector público y privado “para generar este impacto real en estas zonas rurales del país”.

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