Volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha'apai. (Foto: Difusión)
Volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha'apai. (Foto: Difusión)

El aclaró que no existen frente al litoral peruano, precisando que la totalidad de volcanes activos y potencialmente activos existentes en nuestro país se emplazan en la zona sur de los Andes de Perú, cuyos procesos eruptivos se caracterizan por la expulsión de columnas de cenizas y gases, flujos piroclásticos, lahares, flujos de lava, avalanchas de escombros, etc., que difícilmente alcanzarían la línea de costa.

La reciente erupción volcánica registrada en las últimas horas en medio del océano Pacífico por el volcán Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai (Tonga) llamó la atención respecto a si en nuestro país contamos o no con vulcanismo activo submarino que pueda generar, entre otros efectos secundarios, tsunamis.

“La erupción ocurrida en el Pacífico ha tenido lugar a más de 10,000 kilómetros nuestras costas, y ha provocado, según los primeros reportes, una columna de gases y cenizas de hasta 20 kilómetros de altura, además de un tsunami que ha impactado en diversas islas de la Polinesia y Oceanía. Este último escenario no podría ser generado por ninguno de nuestros volcanes, ya que todos se hallan en suelo continental”, explicó Marco Rivera, investigador científico del IGP.

Rivera agregó que, en el ámbito mundial, existen miles de volcanes submarinos, algunos de los cuales hacen erupción año tras año emitiendo flujos de lavas sin que sean percibidos por la población, la mayoría de ellos localizados en zonas de divergencia de placas, es decir, lugares donde las placas tectónicas, en vez de chocar una contra la otra, se separan, caso de la dorsal del Atlántico.

“El vulcanismo submarino también está asociado a la dinámica de puntos calientes (hot spot), como el caso de los archipiélagos de Hawái, Islas Canarias o las Islas Aleutianas”, finaliza Rivera.

El único volcán en el Perú que actualmente está en proceso de erupción es el Sabancaya, en Arequipa. Su actividad se caracteriza por la expulsión de cenizas y gases que alcanzan alturas de hasta 5 kilómetros sobre la cima del volcán, las cuales se dispersan principalmente en un área de 20 kilómetros a la redonda del macizo. El IGP vigila esta erupción, la cual, según sus estudios, es de niveles moderados.