Ocho fardos funerarios de mil años de antigüedad, que contienen los restos de seis niños y dos adultos, fueron encontrados en buen estado de conservación en el distrito limeño de Carabayllo por trabajadores que hacían una instalación de gas natural en esa zona de Lima.
”Al momento hemos encontrado ocho contextos funerarios compuestos por seis niños y dos adultos, están enfardelados, es decir cubiertos por telas y acompañados de su ajuar funerario compuesto de vasijas, material de calabaza y herramientas de madera”, explicó a EFE Jesús Bamonde, arqueólogo de la empresa Cálidda.
Agregó que, “por asociaciones hechas a través de la cerámica, estamos considerando que debió haberse desarrollado en el periodo intermedio tardío, entre los años 1100-1450 después de Cristo”.
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El experto señaló que esta parte del cementerio podría ser dedicada a infantes, puesto que había dos bebés y cuatro niños, algo que demuestran a simple vista las saturaciones sin terminar en los cráneos y rótulas.
”Los restos estaban envueltos en algodón, en hojas de pacae (una leguminosa) y en tela de algodón natural, que en algunos casos estaba decorado”, detalló la arqueóloga Mercedes Vara mientras limpiaba con cuidado el fardo de un bebé.
Los arqueólogos mostraron su asombro por las posturas en las que los niños estaban enterrados, la mayoría en posición fetal y uno yacía tumbado en posición de flor de loto.
Además de los ocho cuerpos han sido hallados numerosos objetos relacionados con la labor que realizaban las familias en vida, parte del ajuar funerario, como piezas de cerámica, vasijas, cuencos de mate, platos, vasos, copas que utilizaban o que entregaban de manera ritual en el entierro.
Se podía incluso apreciar ollas ennegrecidas por el hollín, lo que demuestra su uso cotidiano y tapas que cubrían recipientes que habían sido llenados a la hora del ritual.
El estado de conservación de los restos es, según los expertos, “de regular a bueno”, porque el terreno donde han sido hallados es arenoso y seco, lo que “ha ayudado a mantener los tejidos y elementos blandos de los cuerpos, que han pasado por un proceso de momificación natural, es una buena condición y se diferencia de otros entierros en los que solo hay esqueletos”.
”La ciudad de Lima tiene una continuidad histórica de más de 4.000 años, tenemos vestigios arqueológicos, (...) que muestran que la ciudad tenía una ocupación extensísima en los tres valles (Rímac, Chillón y Lurín); cada uno de estos valles tenía diferentes poblaciones que ocupaban distintos territorios, algunos eran áreas residenciales, zonas ceremoniales y otras cementerios, como donde estamos”, indicó el arqueólogo.
”Esta continuidad en el tiempo ha permitido que muchas de estas evidencias se oculten bajo las pistas; ahora tenemos la posibilidad y el privilegio de conocer un poco más sobre esta historia oculta para los ojos de los vecinos”, concluyó.
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