Los ojos negros de Edelvina aparecen en una pantalla mientras una sofisticada cámara estudia cómo su mirada construye las oraciones en su idioma natal, el shipibo. En el corazón de la Amazonía peruana ha nacido un centro de estudio de lenguas indígenas que busca salvarlas de su extinción y acercar a la academia con las comunidades locales.
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En las afueras de Pucallpa, la ciudad más grande de la Amazonía peruana, se encuentra el laboratorio Chana, una estación científica dedicada a las ciencias del lenguaje y la interculturalidad.
“Es un lugar de trabajo, de encuentro y de unión en el cual investigadores, estudiantes, indígenas y miembros de comunidades pueden venir y trabajar en proyectos de investigación y desarrollo social orientados a conocer mejor y preservar y revitalizar la diversidad lingüística de nuestra Amazonía”, explica a EFE el fundador de Chana, Roberto Zariquiey.
La sofisticación de cámaras y tecnología contrasta con las humildes paredes de madera y ladrillos de este centro, situado en la comunidad de San José de Yarinacocha y donde se investigarán las 20 lenguas indígenas que se hablan en la cuenca del río Ucayali a través de talleres, estudios y diversos programas.
Por ejemplo, el programa informático en el que participa Edelvina permite conocer mejor el proceso de construcción del lenguaje shipibo, gracias a los movimientos de los ojos captados por la cámara, que indican cómo el cerebro percibe una imagen y cómo esto influye a la hora de formar una oración, pistas que ayudarán a conocer mejor esta lengua para su posterior enseñanza.
La estación cuenta con el apoyo de la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP), la Universidad de Zurich y el Instituto Max Planck de Alemania.
“Trabajar con comunidades indígenas, en este caso amazónicas, en un país como el nuestro, donde hay una alta concentración de familias lingüísticas, es una apuesta estratégica importante. Significa la posibilidad de conocer mejor estas lenguas, su revitalización, y al mismo tiempo fortalecer la identidad de los grupos amazónicos que las practican”, indica el vicerrector de Investigación de la PUCP, Aldo Panfichi.
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Acercar a la academia
“Está muy bien conocer, incrementar nuestro conocimiento sobre la diversidad lingüística mundial, pero, por otro lado, nos interesa preservarla, promoverla. Y eso se tiene que hacer siempre en coordinación con las organizaciones locales, con las comunidades y de acuerdo a sus demandas, sus necesidades, sus intereses”, indica Zariquiey.
El investigador refiere que el conocimiento lingüístico es en ocasiones algo abstracto, pero este puede usarse para implementar políticas educativas y elaborar materiales educativos.
“Nuestro objetivo es que el conocimiento que construyamos a través de métodos de lingüística, de psicolingüística, etcétera, pueda emplearse para entender cómo los niños están aprendiendo los idiomas, cómo los adultos procesan el lenguaje, cómo son esas lenguas, qué características tienen”, relata emocionado.
En ese sentido, la investigación colaborativa que se desarrollará en Chana dará lugar a conocimientos para preparar mejor a profesores bilingües de la región que imparten la educación primaria en español y otras lenguas indígenas, lo que es un impacto directo en la mejora de la enseñanza de los docentes, explica Panfichi.
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Una verdadera colaboración
La lingüista Pilar Valenzuela reflexiona a las puertas de la estación que cuando se hacen investigaciones de lenguas indígenas en Perú y viene gente de fuera “lamentablemente entran con una visa de turista y llegan hasta las comunidades indígenas, se relacionan, hacen su trabajo, recogen su información y luego se van. Hacen sus tesis, se gradúan, y las publicaciones son muy técnicas, no son accesibles y listo, ya no los vemos más”.
“Esto más bien es extraer información del pueblo y luego los resultados nunca llegan”, sostiene.
Explica que hay muchas investigaciones que dan resultados muy interesantes, pero que no llegan a la gente, algo en lo que puede contribuir Chana, al ser un lugar de encuentro de investigadores que informen de lo que están haciendo y luego compartan sus resultados.
Una colaboración que conjuga a las propias comunidades con universidades locales, nacionales y también internacionales y, en este sentido, Panfichi señala que ya hay varias instituciones educativas europeas y estadounidenses interesadas en la estación, porque las posibilidades de este proyecto son “enormes”.
El nombre de este centro hace referencia al ave chana, y Zariquiey relata que se trata de una palabra que está en todas las lenguas pano, el grupo de lenguas de esta parte de la Amazonía, y que se remonta al protopano, la madre de todas ellas.
“Es un ave que puede imitar los cantos de otras aves, entonces los shipibos y otros pueblos siempre han asociado al chana con inteligencia y con diversidad de lenguas. Y bueno, ese es un poco el espíritu de Chana: ciencia, inteligencia, reflexión y multilingüismo”, concluye el experto.
Con información de EFE
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