Analista político
Una mirada a pocos días de las elecciones y con los resultados al 99% permite hacer algunos comentarios. Es verdad que los candidatos han alcanzado votaciones muy bajas comparadas con otras elecciones, y que la dispersión y el desinterés han generado estos niveles de resultados.
Pero también es verdad que el hecho que candidatos tan combatidos o rechazados hayan alcanzado los primeros lugares por encima de otros postulantes con más apoyo oficial u oficioso, con mayor participación en las marchas del año pasado, con mayor presencia y por más tiempo en todos los medios de comunicación, con mayor presencia y apoyo en redes sociales, con más presencia en las encuestas desde mucho tiempo atrás, con organizaciones políticas más establecidas, es una fuerte llamada de atención y no solo a la clase política, sino a toda la clase dirigente, empresarial, y a las instituciones.
La mayoría de los electores que buscaban opciones del centro a la derecha prefirieron el discurso menos radical y menos confrontacional. En cambio, la mayoría del electorado del centro a la izquierda prefirió la opción más radical y contestataria frente a la “moderación” y la inconsistencia.
Prevaleció la opción conservadora y tradicional en lo moral y familiar, tanto en la derecha como en la izquierda.
Los cinco primeros lugares fueron ocupados por candidatos que defendía a la familia, y que se oponían a la agenda más liberal.
El voto regional fue determinante sobre el de Lima. Han sido las regiones que han dado su respaldo a los que pasaron a la segunda vuelta. Los candidatos “capitalinos” quedaron muy rezagados, e incluso ni pasaron la valla. Se castigó al centro sin ideas. Aquellos candidatos que se mostraban como de centro, demostraron que no solo no estaban ni con un lado ni con el otro, sino que tenían muy poco que ofrecer como contenido.
Y mirando al futuro, se puede decir que el resultado de la segunda vuelta dependerá de varios factores. No hay capacidad de endoso de votos de parte de los candidatos que no pasaron a la segunda vuelta. Ellos no pueden controlar el voto de quienes los apoyaron. No hay relación de dependencia ideológica ni de influencia determinante.
La correlación de fuerzas para la segunda vuelta no es igual a la suma de porcentajes de la primera. La composición de cada porcentaje es muy heterogénea, y no tiene una consistencia ideológica ni partidaria.
Los acuerdos y las alianzas de los partidos políticos no van a comprometer a los militantes y/o electores de esos partidos. El voto regional y el voto juvenil tendrán un impacto importante.
En esta parte no compiten solo dos candidatos. Una tercera fuerza en disputa será la de los antis. Ese sector será el que incline la balanza hacia un lado u otro. Veremos si los odios o temores pueden ser mayores a la identificación con las líneas políticas y las propuestas económicas, y con responsabilidad para con el país.
Las expectativas y las promesas recién volverán a ponerse en juego. Y ahí veremos cuán capaces serán los postulantes de mantener sus propuestas originales o de moverlas hacia un lado u otro para ganar el favor del electorado.