Parece prescindible y de moda, pero no lo es: la sostenibilidad es medular si lo que queremos es un entorno de negocios viable y atractivo para la inversión privada en nuestro país (que claramente no tenemos). Y la agenda ESG (ambiental, social y gobierno corporativo), la hoja de ruta para hacerlo posible, tangibilizar sus beneficios de manera directa y trazarnos un futuro de largo plazo.
Basta darle una mirada a las portadas de Gestión de los últimos días para entender su urgencia. Viernes: en contrasentido con el precio del cobre —en niveles históricamente altos—, la “Inversión minera se contrae a su nivel más bajo en 22 meses”, con una caída de 22% frente al febrero anterior.
La razón, según el Minem, es la evidente: los bloqueos de las carreteras y los eventos climáticos ocurridos en el primer bimestre. Jueves: “Fenómeno El Niño podría costar hasta 2.2% del PBI”, un impacto que en su mayor parte absorbe el sector privado. Qué más E y S que estos escenarios.
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Sin que la ausencia del Estado sea responsabilidad de las mineras, la agenda ESG —que las grandes, bajo mandato global, ya hacen suya— les permite alinear mejor sus operaciones con las expectativas de sus stakeholders (las comunidades de las zonas de influencia como uno de los principales, sin duda, en su caso).
De Yaku y su relación con la empresa ya hemos hablado aquí: podemos medir —reducir y mitigar— nuestra huella de carbono, escribía hace unas semanas ante el clamor del Yaku. Frente a los riesgos mayores de nuestra geografía, hay un compromiso global al que contribuir.
No se trata de sueños. La Agenda ESG potencia el valor de nuestras empresas hoy y abre —cada vez más— oportunidades financieras: el capital corre menos riesgo en una empresa que se descarboniza y así lo reconocen los mercados, que le prestan más barato y le otorgan preferencia de compra, de manera cada vez más clara en los grandes fondos de inversión.
Una G —con un board profesional al centro— que aterriza en una estrategia sostenible no está jugando a la filantropía. Mire sino sus riesgos y calcule la incertidumbre. Las protestas “son un riesgo latente porque no tenemos idea de lo que va a pasar”, dijo la semana pasada Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital.
Este es el marco en el que esta semana Gestión lanzará la Comunidad ESG, que cuenta en principio con cuatro aliados claves: Latam, Pacífico Seguros, BBVA y la UPC (cuyo respaldo académico será fundamental).
Queremos ser útiles para empujar a la acción, como manda nuestro propósito. Por eso, tomamos lugar desde el activismo y la difusión de la palabra, nos respaldamos en el liderazgo de empresas probadamente involucradas —no hay espacio aquí para el greenwashing—, y ponemos a disposición nuestras plataformas a un discurso y una acción que harán del Perú un país mejor.
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