Abogado. Profesor de la Univ. de Piura
En el mercado de valores peruano, los intermediarios bursátiles se pueden dividir en sociedades agentes de bolsa (SAB) vinculadas o no a grupos financieros. Pero lo hecho hasta hoy por estas entidades no resulta suficiente para que el mercado de valores en que se desenvuelven tome la relevancia que le corresponde, sobretodo aquellas que se conforman con dar vuelta a su propio patrimonio o al de los inversionistas de siempre
Es aquí donde traigo del pasado un concepto que tomó vigencia en el Perú del 2008, cuando se cuestionaba la forma de tributación de la ganancia de capital en la enajenación de valores: la democratización del mercado de valores que, entre tantas definiciones, podría simplificarse en la búsqueda de mayor número de inversionistas de a pie, que tengan la posibilidad de acceder de manera simple e inmediata a la negociación en el mercado de valores.
Este concepto trajo consigo dos proyectos impulsados por la gestión de la época de la BVL: Elex por internet y el Mercado de Valores Alternativos - MAV; proyectos que pretendían acercar a los inversionistas de a pie de manera masiva (personas naturales) e insertar nuevos jugadores y aumentar los instrumentos de inversión; respectivamente.
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El Elex por internet no era otra cosa que el acceso directo de los inversionistas a la plataforma de negociación y, aunque fue un primer paso a la digitalización del mercado peruano, entre las aprobaciones regulatorias y el desarrollo del soporte operativo adecuado, tuvieron que pasar varios años para convertirse en un canal de negociación. Actualmente, gracias al impulso de una única SAB, que insertó el uso de un APP, se han conseguido marcas históricas en cuanto al número de operaciones realizadas; pero no ha generado un real impacto en un mercado de valores que, al primer trimestre de 2023, alcanzó el nivel mínimo de negociación de los últimos 20 años.
El MAV, por su parte, tuvo como impulsor al solitario dueño de una SAB, que en busca de financiamiento de medianas empresas, puso los cimientos de un mercado alternativo con menores costos y trámites de acceso. Enrique Solano tuvo que tocar varias puertas para demostrar que el mercado de valores no solo era para grandes y renombradas empresas, sino que era un mercado abierto para aquellas organizaciones que realmente son el motor de la economía peruana y que estaban habidas de financiamiento.
Hoy, aunque solitarios impulsores del mercado o la misma BVL pongan a disposición plataformas, operaciones, integraciones o, roadshows; no será suficiente para impulsar este decaído mercado de valores, sino que es necesario un verdadero compromiso del resto de actores en busca de la olvidada democratización, obligándose a inscribir empresas medianas sanas necesitadas de financiamiento, y a desarrollar canales digitales que permitan de manera directa, inmediata y barata el acceso de inversionistas de a pie que den mayor dinamismo a la negociación.
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