Tres quinquenios de una economía apenas sobreviviente

En el año 2023 el Perú sufrió una recesión de -0.6%. Para el 2024 se proyecta una evolución económica de 2.7% según el Banco Mundial. El resultado es un bienio 2023-2024, con crecimiento promedio del PBI de 1.1% anual. Ampliando la estadística, en el periodo 2014-2024, la economía peruana habrá crecido a un ritmo anual mediocre de 2.3%.

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El MEF estima ahora que en el plazo 2025-2028 la economía peruana crecerá 3% anual. Es posible que tampoco se alcance ese crecimiento, pues ha sido una constante que los pronósticos del MEF terminen siendo optimistas ante la realidad.

En suma, se completarían tres quinquenios con una economía dañada y un pausado deterioro del bienestar de gran parte de la población. Un tercio de ella subsiste vulnerable y pobremente, con todo lo que ello significa para su salud, educación, alimentación, seguridad y en tener acceso a servicios esenciales.

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Además, en el corto plazo hay una serie de factores que complicarían aún más nuestro desarrollo. Uno importante será lo que decida hacer el presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero del 2025. Se esperan grandes cambios en el mundo con ramificaciones turbulentas.

El proteccionismo anunciado por Trump vía barreras arancelarias generales, sanciones al avance tecnológico, y su pronunciada rivalidad con China por la hegemonía planetaria, acarreará un mayor fraccionamiento geopolítico internacional y contrataques de los afectados, con consecuencias de mayores precios de nuestras importaciones y una posible reactivación de la inflación local, actualmente aplacada.

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Aunque Sudamérica en general y el Perú en particular, no están en las prioridades de atención de la política exterior de EE.UU., se verán gestiones de dicho país para limitar el empuje de China en nuestro país. El peor escenario sería que EE.UU. nos imponga la renegociación del vigente Tratado de Libre Comercio, como escarmiento. Un manejo equilibrado con nuestros dos socios comerciales más importantes necesita un gobierno sensato del que hoy carecemos.

La política inmigratoria restrictiva de EE.UU puede complicar la vida, a decenas de miles de peruanos que podrían ser deportados. Igualmente, las remesas de dinero que hoy hacen llegar a sus familiares en el Perú se verían restringidas.

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De otra parte, se observaría un menor crecimiento económico mundial, lo que redundará en el precio de nuestros metales, especialmente el cobre, el oro y la plata, de los cuales dependemos para nuestro desarrollo, y en alguna medida afectará nuestras agroexportaciones.

Una significativa barrera para nuestro crecimiento es la ineptitud del gobierno, la corrupción generalizada, el aumento de la inseguridad personal y empresarial, que va a desembocar en actos mayores de protesta y violencia.

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Nos puede ir peor pues todas nuestras instituciones están deterioradas, muchas de ellas infiltradas por los grandes poderes, con el cuantioso dinero que manejan la minería ilegal, el narcotráfico, el contrabando y la tala ilegal.

Ello en el marco de un 2025 preelectoral, cuando se redoblarán los escándalos diarios con las decenas de entidades políticas que disputarán, a la buena y a la mala, por encaramarse en el poder. Es seguro que tendremos un Congreso, otra vez muy diseminado, donde los intereses personales y grupales se impondrán a los nacionales, lo que pagaremos con la tuya y con la mía.

Así, la incertidumbre amilana a los potenciales inversionistas, prefiriendo esperar el resultado de las elecciones del 2026. Los que si no esperan son los cientos de miles de peruanos que están abandonando el Perú en busca de una mayor prosperidad.