La marca canadiense de ropa deportiva Lululemon no tiene mucho en común con la fabricante británica de motores Rolls-Royce. Pero junto con buen número de otras empresas foráneas, cuenta con oficinas en el parque tecnológico Manyata Embassy, en Bangalore. A pocos kilómetros, hay cientos más, como la compañía danesa de transporte marítimo Maersk, la gigante coreana de electrónica Samsung y el banco estadounidense Wells Fargo. Muchos más de estos cuarteles están ubicados en ciudades como Chennai, Pune y Hyderabad.
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En los años 90, transnacionales como General Electric comenzaron a reclutar trabajadores de India para que realicen tareas tediosas como llenar formularios y actualizar software. Con el tiempo, buena parte de esa monotonía fue absorbida por subcontratistas indias como Infosys, TCS y Wipro. Hay compañías globales que han comenzado a pensar en grande sobre los tipos de trabajo de oficina que pueden ser realizados por los poco costosos pero bien instruidos trabajadores indios.
Muchas han establecido “centros de capacidad global” (GCC) para encargar tareas como análisis de data e investigación y desarrollo (I+D), lo que está impulsando una nueva ola de crecimiento liderado por los servicios en India. Es más sencillo tercerizar trabajo de oficina que obreros: las hojas de cálculo y los e-mails no usan las congestionadas carreteras del país, y hay buena conexión a Internet. Además, las leyes que cubren asuntos como despidos y horario laboral —crucial para las firmas globales—, son menos restrictivas para el trabajo de oficina.
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Asimismo, tecnologías como la nube y videoconferencia han hecho menos complejo recurrir a la vasta reserva de “cerebritos” indios. Todo eso explica por qué el número de GCC se ha disparado de 700 el 2010 a 1,580 el 2023, según el gremio empresarial Nasscom, que estima que los GCC generaron un total de US$ 46,000 millones en ingresos el 2023. La cifra subestimaría enormemente la actividad pues muchas multinacionales no divulgan detalles financieros de sus GCC, lo que significa que calcular su contribución económica involucra una buena dosis de suposiciones.
Wizmatic, consultora basada en Pune, estima que los GCC indios emplean a unos 3.5 millones de personas y que sus ingresos de podrían llegar a US$ 120,000 millones anuales, equivalentes a 3.5% del PBI del país. Muchos graduados aprovechan la oportunidad, pues los estudiantes que son contratados por las gigantes de la tercerización ganan menos de US$ 10,000 anuales, pero en un GCC pueden triplicar ese monto. La mayoría de estas oficinas está en edificios premium, con cafeterías y otras amenidades. Y sus actividades son cada vez más variadas.
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Por ejemplo, Lululemon brinda a sus empleados espacio y tiempo para ejercitarse, algo infrecuente en centros laborales indios. Su quehacer consiste en analizar data de ventas e indicar a las tiendas en Dubái abastecerse de más prendas de tonos vivos de amarillo, rosado y verde; y a las de Nueva York, vender más de negro y gris. Aunque el diseño se realiza en Canadá, la GCC de la compañía participa en todo desde determinación de precios hasta manejo de cadenas de suministro.
Los equipos de Wells Fargo en Bangalore, Chennai y Hyderabad apoyan las operaciones del banco en áreas que van desde préstamos hasta manejo de portafolios de inversión. Por su parte, más de 85 firmas foráneas de semiconductores, entre ellas Intel y Nvidia, conducen su trabajo de diseño en Bangalore, y gigantes tecnológicas como Alphabet, Amazon y Microsoft tienen centros de I+D en la ciudad, lo mismo que Boeing, Walmart y Mercedes-Benz —que emplea a cerca de 6,000 personas en su centro de I+D, el más grande fuera de Alemania—.
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Según la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos, el 2010, multinacionales de ese país gastaron US$ 1,700 millones en actividades de I+D en India. El 2021, ese monto había aumentado a US$ 5,500 millones. China, el principal rival de India en I+D de bajo costo, ha perdido algo de su atractivo ante la creciente tensión geopolítica que sostiene con Occidente. El 16 de mayo, se informó que Microsoft pidió a cientos de sus empleados que trabajan en China en tecnologías avanzadas, como aprendizaje automatizado y la nube, que se muden.
Todo esto ha energizado las exportaciones indias de servicios, que el 2023 sumaron US$ 338,000 millones, cifra cercana al 10% del PBI del país, frente a US$ 53,000 millones generados el 2005, según estima Goldman Sachs. India ahora explica el 4.6% de las exportaciones globales de servicios, frente a 2% el 2005. En cambio, sus exportaciones de bienes solo representan el 1.8% del total mundial, frente a 1% el 2005.
El Gobierno indio ha estado tratando de inclinar esa balanza hacia la manufactura, vía la modernización de la infraestructura y la dotación de subsidios a empresas foráneas que producen en el país. Una abundancia de países busca arrebatarle a China el título de “fábrica del mundo”, pero ninguno posee tan buena chance como India para convertirse en “oficina del mundo”.
Traducido por Antonio Yonz Martínez.
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