Escribe: Jaime Polar Paredes, gerente general de Summa Gold Corporation.
En su reciente participación en el XV Encuentro Internacional de Minería, tanto la presidenta de la República, Dina Boluarte, así como el ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, estimaron que las inversiones mineras superarían los $5000 millones al cierre de 2024. Se trata de una perspectiva optimista frente a la caída en inversiones experimentada en 2023, aunque no deja de ser reducida frente al valor total de los proyectos mineros en cartera, que asciende a los $54,556 millones.
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Para alcanzar la meta, el gobierno ha destacado la ejecución de proyectos de exploración, pero ha sido cauteloso respecto a la activación de proyectos de gran minería, los cuales demandan mayor cantidad de capital y moverían la aguja significativamente. Para tener una idea de ello, los 75 proyectos de exploración minera que tiene el país en agenda suman un valor total de $644 millones en inversión. En tanto, proyectos como Tía María o Conga representarían por sí solos $1,400 millones y $4,800 millones de inversión respectivamente.
En definitiva, podemos aspirar a más y debemos hacerlo, considerando el objetivo de impulsar la economía, la urgencia de que haya más empleo y la necesidad de recursos para atender las brechas de infraestructura que persisten en el país.
¿Cómo podemos estimular la inversión? Los recientes resultados de la Encuesta de Minería 2023, desarrollada por el Instituto Fraser, y que contó con la participación de más de 2000 inversionistas, empresarios y CEO de todo el mundo, evidencia debilidades que han llevado al país a perder su atractivo como destino para las inversiones. De esta manera, el ranking del Instituto Fraser nos coloca en el puesto 59 de 86 regiones analizadas.
Entre las principales preocupaciones que advierten los encuestados, se encuentra la falta de institucionalidad. En muchos casos, ello ha propiciado hechos de violencia en contra de las empresas mineras y, como viene ocurriendo en el Norte peruano, la proliferación de bandas criminales que vienen ejerciendo la minería ilegal. A esta limitante que advierte el Instituto Fraser se suma la permisología, generada por la vastedad de trámites y permisos que requiere la aprobación de un proyecto.
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Somos conscientes de la riqueza mineral del Perú y ello definitivamente nos pone en el radar de los grandes capitales. No obstante, si no establecemos un camino asfaltado y propicio que estimule inversión en el país, veremos postergados nuestros anhelos por crecer y desarrollarnos. Todos buscan seguridad y un clima de confianza, que sólo construiremos con institucionalidad y reglas de juego claras a nivel jurídico para los inversionistas.
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