Economista de Macroconsult
El 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer. Esta es una fecha que reconoce la lucha de las mujeres por lograr la igualdad con el hombre en los diversos ámbitos de desarrollo social.
En Perú, en las últimas décadas los esfuerzos por cerrar las brechas de género se han ido materializando de manera heterogénea, en algunos ámbitos de manera acelerada y en otros de manera más lenta, pero estas aún existen y son una barrera para el desarrollo.
Por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la brecha en la participación laboral de varones y mujeres es de alrededor de 17 puntos porcentuales en 2021 (79% versus 62%) y esta se ha mantenido casi inalterable en los últimos 15 años (con excepción del período 2020, donde más bien se amplió). Lo mismo ocurre con las brechas salariales, que incluso se habrían incrementado en 2021, según la misma institución.
Lo anterior tiene diversas causas que son medianamente conocidas. Por un lado, está la asignación asimétrica de labores al interior del hogar, que tiende a penalizar a las mujeres y les condiciona un punto de partida desventajoso. Por otro está el acceso desigual a educación, ya que, por ejemplo, persisten estereotipos que conducen a las mujeres a demandar carreras con menores retornos laborales que los varones (como las llamadas STEM). Más adelante, ya en el mercado laboral, existen diversos elementos que pueden actuar como mecanismos discriminatorios en contra de las mujeres.
Frente a esto, la igualdad de género parece haber dejado de ser prioridad dentro del Estado. Por ejemplo, no hubo ninguna estrategia focalizada para atender al segmento laboral femenino, a pesar de que este fue el más golpeado por la pandemia, y recientemente se buscó eliminar los mecanismos de tercerización, a pesar de que son mecanismos laborales más flexibles y favorables para el segmento femenino. Y aún más, desde el Congreso se han hecho esfuerzos para quitar el enfoque de género desde el currículo escolar, aun cuando se identifica como una estrategia fundamental para atender el problema en el largo plazo.
Visto esto, estamos experimentando un retroceso en la búsqueda de la igualdad de género desde el Estado, que no será inocuo para el país en el mediano y largo plazo, puesto que continuará relegando recursos humanos valiosos cuyo potencial no podrá ser utilizado en su máxima productividad.