Escribe: Juan José Marthans León, Economista, PAD – Escuela De Dirección de la Universidad De Piura.
Primero, la cifra del crecimiento del PBI a abril, anunciada en 5.28%, debe ser adecuadamente analizada. Debemos observala en su justa dimensión, con una cuota de sano optimismo, pero con una dotación grande de visióny proyección de mediano plazo. Caso contrario, nos podríamos engañar.
Segundo, seamos claros, lo que estamos experimentando hasta hoy es un natural “rebote económico”. Aún es temprano para asumirlo como un real retorno a la senda del crecimiento y, más aún, mucho más temprano para asociarlo a la posibilidad de una recuperación sostenida. Estamos frente a un “acto reflejo” de la recesión experimentada el 2023: desaparecidas sus causales exógenas, esto estaba garantizado.
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Tercero, la pesca se ha recuparado por causales naturales de la temperatura de nuestro mar. La minería encuentra, como nunca, impulsos no previstos en las espectaculares cotizaciones de los metales. La agricultura tiende a normalizarse luego de un cruento “efecto El Niño”. La industria crece en abril 11.43%, pero lo hace después de alrededor de dos años de decrecimiento permanente mensual.
Cuarto, hacia abril el rebote interanual del PBI no pasa de un crecimiento del 0.3% y, de no deteriorarse las condiciones actuales, continuará recuperándose. Es más, este 2023 la cifras estadísticas mostrarán un crecimiento anual algo por encima del 3%. Es positivo ello, pero lejano a calificarlo de exitoso en la medida que la confianza y la inversión privadas requieren fortalecerse sostenidamente con urgencia.
Quinto, para que al 2025 tengamos un crecimiento del PBI que trascienda al “rebote” necesitamos que el consumo privado se recupere y la reducción de la inflación y de las tasas de referencia del BCR ayudarán, sin duda. De otro lado, la inversión privada, a pesar del entorno de inseguridad y desconfinza, se podría reanimar en el frente minero en la medida que la relación rentabilidad esperada-riesgo marca un sendero aleccionador por los precios del cobre y oro. Finalmente, Chancay y Chavimochic, entre otros, aportaran su cuota devientos a favor.
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Sexto, en contraste, también debemos considerar ambientes que trascienden al puramente económico-financiero para explorar el desempeño esperado de nuestro PBI al 2025. ¿Con un Ejecutivo, Legislativo y Poder Judicial abierta y ampliamente desaprobados por la población, con la inseguridad y corrupción crecientes, con las serias limitaciones del sector publico para cubrir las expectativas de gran parte de nuestra población, podrémos enfrentar un 2025 y 2026 con la esperanza de experimentar un crecimiento robusto?
Séptimo, para quien medianamente revisa las proyecciones de nuestro banco central al 2025, el crecimiento promedio anual de la inversión privada para el quinquenio será nulo, esto a su vez explica por qué, hasta hoy, solo se proyecta un crecimiento promedio anual del PBI para el mismo quinquenio de 2%. En ese contexto, todos concentrados en el rebote de más del 5% de un mes; todos ajenos a la magnitud del reto que tendremos para evitar que el quinquenio se pierda.
Octavo, nuestras fortalezas macroeconómicas asentadas en una holgada disponibilidad de reservas internacionales, de una aún baja deuda pública y de la presencia de un adecudo “colchón” patrimonial en nuestra banca, han permitido que la degradación del riesgo soberano ejecutada por Standard & Poor´s no haya mellado ni el EMBIG, hoy en 154 puntos; ni afectado el redimiento de nuestros bonos soberanos a 10 años, hoy en 7.1%. Mientras que no degraden Moody´s y Fitch esto se podrá sostener, pero ¿estamos haciendo lo necesario para evitarlo? Nada.
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Noveno, no podemos soslayar el ambiente ambivalente de las cifras. Por un lado se nos anuncia un crecimiento con sesgo positivo hacia abril; por otro lo que tenemos es que, de acuerdo a cifras de nuestro banco central, la percepción de la evolución de los negocios a mayo es poco alentadora. Las ventas, producción y ordenes de compra se mantienen en el rango pesimista, y las que no lo están como la demanda, se han deteriorado en lo que va del año.
Décimo, para trascender al mero “rebote económico” debemos salir del vicio de nuestra permanente “miopía económica”. La cifra de abril la debemos tomar con calma e inteligencia, sin descuidar los retos que aún debemos enfrentar para evitar anclarnos en la repetida frustración. La verdad, sin iniciar una búsqueda de la solución a nuestra limitaciones estructurales, los problemas de corto plazo se reiterarán y volveremos a amparanos en cifras de coyuntura que poco indican por si solas.
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