Escribe: José Ricardo Stok, Ph.D. Profesor emérito del PAD.
Los lectores de Gestión conocen bien lo que pasa en Petroperú y su gravísima situación. Es una compañía estatal que lleva años dando pérdida, por lo que el Estado debe financiar sus déficits: es decir que somos todos nosotros, con nuestros impuestos, los que hacemos que se mantenga en pie, aunque bamboleante. Si hubiese sido una firma privada, hace tiempo estaría en un proceso concursal, se habría declarado en quiebra o sus dueños habrían decidido liquidarla para no seguir perdiendo más dinero.
LEA TAMBIÉN: “La empresa también tiene un inexcusable deber de lealtad con sus trabajadores”
Imagine que esta empresa fuera de su familia y que año a año va aportando dinero. Todos estarían muy molestos: usted y su esposa no pueden cambiar o mejorar la casa; sus hijos no pueden estudiar afuera o poner un negocio por su cuenta porque todo el dinero se lo lleva esta víbora insaciable. Eso nos pasa a todos los ciudadanos: por poner dinero en Petroperú, no se pavimentan ni mantienen las carreteras, lo que lleva a lamentar muchos accidentes y muertes; no se equipan hospitales ni se dotan de suficientes medicinas, y las consecuencias de esto son dolorosas… y la lista sigue.
El actual directorio ha dicho con valentía que pedir más dinero sería inmoral: ciertamente, sería inmoral pedirlo, pero también dárselo. Además, ha mencionado que requiere una administración privada. Sin embargo, ninguna gestión privada aceptaría hacerse cargo de Petroperú si no tuviera una absoluta capacidad para decidir sobre ella. Esto no significaría privatizar, que resulta ser últimamente una mala palabra, porque el Estado seguiría como dueño, pero debería dejar todo control en manos de ese directorio gestor.
LEA TAMBIÉN: “Es importante darse cuenta de que gobernar es servir, no servirse”
Es preciso convencerse de que se trata de un ente enfermo, con gangrena en varios de sus miembros que deben amputarse para no afectar lo poco sano que le quede. Hay que identificar y eliminar con urgencia las unidades que den pérdida y no tengan salida a corto plazo; determinar qué es lo que tendría que mantener Petroperú; básicamente, aquello que no compita con el sector privado y pueda tener sentido conservar. Resolver vender muchos de los otros activos que aportarían caja y que podrían contribuir a solucionar parte de su enorme déficit. En definitiva, esta empresa debería reducirse al máximo, en activos y en personal. Puede seguir siendo de propiedad pública, pero debería ser algo pequeño, sano y viable, y no quedarnos, el Estado y todos nosotros, con algo inmenso pero enfermo y tambaleante, y que siempre nos pedirá dinero.
Sin embargo, para esto hace falta que el Gobierno tenga visión clara y enfocada, dejando a un lado las pretensiones de abarcar todo con brazos (y cabezas) que no llegan a tanto, que confíe a esa administración privada con decisión firme, y la respalde con mano fuerte… ¿Será posible esto? Todos lo anhelamos.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.