Especialistas en minería (*)
El cobre es a menudo conocido como “el metal de la electricidad”. Se requieren grandes cantidades de éste para la elaboración de vehículos eléctricos y para la generación de cada MwH de electricidad solar y eólica, en comparación con energías fósiles equivalentes. Sus múltiples usos lo convierten en único entre los minerales esenciales. Actualmente, la transición energética está impulsando el requerimiento de cobre, no solo en Norteamérica sino en todo el mundo. El aumento, sin precedentes, en la demanda por este metal representa una oportunidad única para que el Perú expanda rápidamente la producción de sus reservas de cobre. Un informe de S&P Global de 2022 predice que la producción anual de cobre crecerá de 25 a 50 millones de toneladas métricas para el año 2035. Sin embargo, la oportunidad está siendo impulsada por la inminente escasez de cobre.
A partir del año 2035, el déficit de abastecimiento será de 10 toneladas métricas por año, o un 20% de la provisión anual requerida. Esta escasez se traduce en una expansión de electrificación masivamente retrasada, dilatando los objetivos por 10 años o más y, por supuesto, disparando los precios. Considerando que el Perú es el tercer país con las reservas más grande de cobre a nivel mundial, ¿cómo puede el Perú crear un camino hacia la prosperidad?
Hoy en día, el Perú representa alrededor del 10% de la producción mundial de cobre y tiene una de las reservas más significativas, quedando posicionado solo detrás de Chile, que actualmente representa alrededor de una cuarta parte de la producción mundial. Con el fin que el Perú logre una ventaja competitiva sobre otros países, necesita establecer una política bien definida para el sector minero, la misma que debería catalizar y acelerar la exploración y el desarrollo de estas minas, y que atraiga capitales e innovación necesarias para convertirse en ser el principal proveedor de “cobre verde”. Esta política debe incentivar, a su vez, un mayor procesamiento y producción posterior.
Pero ¿cuán importante es tener una política minera? Tomemos como ejemplo el milagro del petróleo brasileño. Un artículo reciente de la revista The Economist señaló que “las dotaciones naturales de Brasil por sí solas no condujeron al éxito de Petrobas. Una política sólida es crucial. Las bases se sentaron en la década de 1990, cuando un gobierno centrista creó una agencia reguladora independiente y comenzó a invertir fuertemente en exploración. Ahora, Brasil contrasta marcadamente con México, Venezuela y Ecuador.
Estamos al tanto que, en Perú, con el apoyo del BID, se promovió la creación de un centro de convergencia y prácticas minero-energéticas bien constituidas. Rimay (palabra quechua que significa diálogo), que en 2018 promovió un espacio para el diálogo multi actor, con mucha empatía y buena fe, construyó “Visión de la minería en el Perú al 2030″ e inició diálogos regionales en torno al desarrollo territorial en Moquegua y Cajamarca. Como han indicado algunos expertos en Perú, Rimay sería el espacio ideal para trabajar en una política minera que se requiere con urgencia.
Alentamos al gobierno peruano a evitar las tendencias nacionalistas observadas en países como Indonesia con respecto al níquel y Chile con relación al litio, desarrollando políticas que apoyen la experiencia y el capital para acelerar el desarrollo de los recursos. También animamos al gobierno a adoptar un enfoque colaborativo, reuniendo a los principales actores del sector minero, a las comunidades y a la sociedad civil para trabajar juntos con el fin de lograr un desarrollo territorial positivo de aquellas zonas alrededor de las operaciones mineras, lo que conduciría a una actividad minera más sostenible.
Este escenario exige un nivel completamente nuevo de colaboración entre los sectores público y privado que se base en la confianza y en un propósito compartido. Los gobiernos tendrán que trabajar junto con las empresas mineras, las comunidades y otros stakeholders para impulsar su fin común. Asimismo, invertir la riqueza de los proyectos mineros para que ésta pueda proporcionar prosperidad para todo el país, más allá de la vida de la mina.
Es solo a través de la adopción de innovación e implementación de nuevas políticas y regulaciones, que realmente podremos ofrecer mejores resultados sociales, ambientales y económicos para todos los stakeholders, especialmente para las comunidades aledañas a los proyectos mineros. Debemos evitar ser demasiado prescriptivos; un mismo enfoque no funcionaría en la diversidad de zonas que existen en el Perú. Es necesario tener una nueva mentalidad, que desafíe las ortodoxias existentes, porque continuar con las mismas rutas, incorporando ajustes graduales, no traerá cambios significativos ni revelará esta emocionante oportunidad para el Perú.
(*) Peter Bryant es Presidente de la Junta Directiva de Clareo, una compañía experta en estrategia para las industrias de minería, energía y alimentos. Miguel Inchaustegui Zevallos es Asesor de Clareo y ex Ministro de Energía y Minas del Perú.