El PBI de marzo se contrajo 0.28% respecto del mismo mes del año pasado. En este caso, el efecto estadístico funcionó a la inversa: dado que la variación del PBI de marzo del 2023 fue positiva (0.38%), la base era relativamente alta, a diferencia de enero y febrero, de modo que a la actividad económica no le alcanzó para superar dicho resultado. Además, la caída de la economía peruana en marzo pasado sirve para constatar que continuaba sin reactivarse y que la variación porcentual del PBI en el primer trimestre, también positiva (1.38%) siguió reflejando un rebote estadístico.
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El año pasado, además de marzo, el PBI solo creció en abril y en noviembre. En los nueve meses restantes, se contrajo. Salir de una recesión no es fácil, lo cual se puede observar en las cifras de sectores que dependen del consumo y de la inversión que terminaron el primer trimestre en rojo, como manufactura (cumplió trece meses consecutivos de descensos), finanzas (más de dos años en esa situación) y telecomunicaciones. Para colmo, construcción volvió a caer –porque hubo menos inversión de empresas y familias–, luego de haberse expandido en enero y febrero.
Pero más complicado es recuperarse de los defectos de mediano y largo plazo de una recesión, aunque el Gobierno intente distraer la atención de datos tan preocupantes como el aumento de la pobreza monetaria. Retomar los niveles previos a la pandemia tomará mucho tiempo si el PBI nacional sigue creciendo a tasas magras (menos de 3% anual). Otro indicador que no está siendo tomado en cuenta es el porcentaje de personas en edad de trabajar pero que no tiene una ocupación remunerada, ni la está buscando –porque la recesión contrae la producción y, por ende, la demanda por capital humano–. Esta condición excluye a dichas personas de la población económicamente activa (PEA).
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En el cuarto trimestre del 2023, la “no PEA” aumentó en 435,500 personas, respecto del mismo periodo del 2022, mientras que la PEA no varió. El rebote del PBI de enero y febrero pasados provocó lo que podría considerarse una mejora en el primer trimestre de este año: la “no PEA” aumentó en 167,700, menos que la PEA, aunque su incremento sí fue mayor (2.2% versus 1.3%). Miles de peruanos han tirado la toalla y buen número ha optado por buscarse la vida en el extranjero. Es una pérdida que también tendrá efectos en el largo plazo.
Lo mencionado, se suma al otro duro golpe que fue la reducción del rating del país y de seis entidades financieras realizado por Standard & Poor’s, lo cual retardaría el impacto de la rebaja gradual de la tasa de interés del BCR.