El pasado sábado 30 de mayo se lanzó al espacio el cohete Falcon 9, transportando en la cápsula Crew Dragon a dos astronautas de la Agencia Espacial de los Estados Unidos de Norteamérica (NASA). En el marco de su programa comercial tripulado, la NASA promueve la participación de la industria norteamericana para desarrollar y lanzar a la órbita baja de la tierra una nueva generación de naves con capacidad de llevar personas a bordo hasta la Estación Espacial Internacional (ISS).

Al estar la empresa privada a cargo del transporte a destinos cercanos a nuestro planeta, en adelante, NASA enfocará su esfuerzo a explorar objetivos más distantes en el deep space.

Este lanzamiento quedará registrado como un hito histórico al presentar características que lo diferencian de los anteriores, y que luego de la euforia que lo ha rodeado, conviene analizar de forma más sosegada.

-Nueva política de desarrollo de proyectos espaciales-

En misiones precedentes, la NASA establecía sus necesidades, criterios de diseño y estándares para sus sistemas de transporte al espacio. A continuación, contrataba a un industrial para construirlos bajo sus requisitos, supervisaba la construcción, hacía pruebas, lanzaba y operaba los sistemas. Al final, NASA era propietaria de las naves espaciales y de la infraestructura relacionada.

Con su nueva política, la NASA trabaja muy estrechamente con el sector aeroespacial privado. Las compañías interesadas tienen gran libertad para diseñar los sistemas de transporte tripulado que mejor consideren, en contrapartida, se les demanda emplear las más eficientes y efectivas técnicas en sus procesos. Durante las fases de construcción y certificación, las compañías deben cumplir los estándares y requerimientos preestablecidos. Como resultado, las compañías privadas son dueñas de cohetes, cápsulas espaciales y sistemas conexos.

De esta manera, NASA ha implementado en realidad una política de asociaciones público privadas, otorgando un financiamiento superior a los 8,360 millones de dólares a un total de ocho compañías privadas productoras de tecnología espacial. De ellas, la gigante Boeing ha recibido la mayor cantidad de recursos y, sin embargo, no ha participado del último lanzamiento.

-Un nuevo actor irrumpe en las ligas mayores del espacio-

La verdadera protagonista el 30 de mayo pasado ha sido SpaceX. La compañía fundada el 2002 con el nombre de Space Exploration Technologies, en pleno clúster de la industria aeroespacial norteamericana, en Los Angeles, California, se ha convertido en una superpotencia tecnológica global al haber desplazado a sus competidores en EE.UU y en el mundo, por ofrecer mejores productos a precios imbatibles.

Hecha a imagen y semejanza de su fundador y líder, el controvertido Elon Musk, SpaceX ha realizado un derroche de innovación, flexibilidad, eficacia y audacia para revolucionar el sector en menos de dos décadas, desarrollando desde cohetes parcialmente reutilizables, pasando por cápsulas con capacidad para siete personas y acabados de primera clase, hasta los novedosos trajes de astronautas que hemos visto por los medios.

-Misión cumplida con características especiales-

El objetivo de esta misión ha sido terminar el proceso de certificación para las operaciones de vuelo espacial de la nave Crew Dragon y el cohete Falcon 9, el sistema de transporte de la tripulación, la plataforma de despegue y las capacidades de SpaceX. La llegada de los astronautas Hurley y Behnken a la ISS, con seguridad, ha marcado el éxito para la NASA.

Por otro lado, el primer lanzamiento comercial tripulado de SpaceX y la certificación de sus capacidades por la NASA aseguran a la compañía la exclusividad, por ahora, para la atención de nuevos traslados desde y hacia la ISS. Sin embargo, más relevante de cara al futuro resulta el hecho que SpaceX, con naves propias y certificaciones bajo el brazo, queda expedita para organizar en el corto plazo operaciones comerciales en el espacio con fines turísticos.

Otros aspectos merecen ser destacados. Este primer lanzamiento realizado desde 2011, con astronautas norteamericanos, en cohete norteamericano, desde suelo norteamericano se convirtió en lema de esta misión y pasó a ser mensaje político.

-Espacio y política-

Es evidente que los grandes logros tecnológicos tienen enorme impacto en el juego político internacional y doméstico. Ocurrió hace 51 años cuando la llegada del hombre a la Luna hizo ganar la carrera espacial a los EE.UU., en plena guerra fría.

Se buscó obtener réditos ahora, al asistir el presidente Trump en persona al evento en Cabo Cañaveral, a quien las voces del partido republicano atribuyen el logro, voces que, al mismo tiempo, cuestionan la pasada falta de apoyo del presidente Obama a este tipo de iniciativas. Del lado demócrata, conscientes de la trascendencia de esta misión y de lo políticamente incorrecto que resultaría cuestionarla, se optó por un prudente silencio. Lamentablemente para el gobierno norteamericano, la coyuntura del coronavirus y las protestas sociales han opacado el brillo de esta hazaña tecnológica en el espacio.

Vale la ocasión para reseñar que en Perú conocimos de este juego político con motivo de la puesta en órbita del PerúSAT-1, cuando opositores a los funcionarios del gobierno responsable del proyecto decidieron ponerlo en entredicho, desconociendo, sin embargo, el carácter nacional y estratégico de la presencia de nuestro país en el espacio exterior, con lo que solo dejaron establecido un profundo desconocimiento del tema, lo que motiva a seguir informando sobre los avances en temas espaciales.

En resumen, los Estados Unidos han retomado el liderazgo en materia espacial, al volver a llanzar luego de casi una década, un cohete norteamericano, desde suelo norteamericano con astronautas norteamericanos, como resultado de una clara política de desarrollo en el espacio exterior ejecutada por la NASA. Sin embargo, el gran ganador resulta ser SpaceX, que culmina este proceso con naves de su propiedad, desarrolladas con tecnología propia, debidamente certificadas, como única compañía privada que cuenta con la capacidad de brindar servicios de transporte a la ISS, lo que le permitirá, en el muy corto plazo y en paralelo, dar inicio a lanzamientos para turismo espacial, con lo cual se puede afirmar que hemos asistido al nacimiento de la nueva industria del transporte espacial comercial de personas.