Escribe: Carlos E. Paredes, economista y docente de la U. Continental.
A lo largo de nuestra historia, la Amazonía ha permanecido relativamente aislada y, por lo tanto, rezagada económicamente respecto del resto del Perú. Esta región es la más grande del país: los cinco departamentos de la selva representan el 50.5% del territorio peruano; sin embargo, su contribución conjunta al PBI se sitúa por debajo del 5%. Y a pesar de que su población es muy pequeña, su PBI per cápita es menos de la mitad del promedio nacional. Nos hemos olvidado de la Amazonía.
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Concentrémonos en Loreto. Este es el departamento más extenso del Perú, abarca cerca del 30% del territorio, pero alberga solo al 3.1% de nuestra población. Su densidad poblacional es 1/10 del promedio nacional (26 hab/km2) y representa menos de 1/50 de la densidad promedio de la costa. Se trata de un mercado pequeño y fragmentado. Su bajísima densidad poblacional y aislamiento geográfico ayudan a explicar por qué es tan difícil y costoso proveer bienes y servicios básicos a sus habitantes y por qué, a pesar de su vasta riqueza natural y potencial económico, Loreto no se ha desarrollado a la par del resto del país.
De hecho, registra uno de los niveles de pobreza monetaria más altos (43.5%) y casi todos los indicadores de acceso y calidad de servicios sociales y de infraestructura básicos –educación, salud, agua, saneamiento, electricidad– muestran a Loreto muy rezagado respecto al resto del país. No es sorprendente que, ante esta ausencia del Estado, las poblaciones fronterizas opten por atenderse en ciudades de países vecinos, en donde sus Estados sí están presentes y se cuenta mejores servicios básicos de salud y educación, además de una mayor oferta de bienes y servicios privados.
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¿Cómo revertir esta situación? En los años 90 se otorgaron exoneraciones tributarias que no contribuyeron a dinamizar el crecimiento, sino generaron grandes distorsiones y facilitaron la evasión tributaria. Luego, al final de la década, se aprobó la Ley de Promoción de la Inversión en la Amazonía, la cual estableció que por lo menos el 10% de la inversión pública debería destinarse a la Amazonía. Como muchas de nuestras leyes, esta no se cumplió y la región continuó rezagándose respecto al resto del país.
Un estudio del Growth Lab de la Universidad de Harvard (2020-22) evaluó las limitantes que restringen el crecimiento de Loreto y evaluó las oportunidades de diversificación productiva. Aunque se trata de un esfuerzo académico serio, pareciera partir de un supuesto cuestionable: la explotación de los recursos naturales –como los bosques y el petróleo– son perjudiciales para el ambiente y deben evitarse. Esto es contrario a la evidencia empírica internacional y nacional que demuestra que la explotación de recursos primarios no tiene por qué causar daños al ambiente, y más bien, genera crecimiento y prosperidad.
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El tamaño del mercado interno de nuestra Amazonía es diminuto; las actividades que puedan generar importantes flujos de riqueza en esa región necesariamente tendrán que ser actividades de exportación (tanto a otras regiones como a mercados fuera del Perú). Promover la transformación y diversificación productiva en la Amazonía es un objetivo importante, pero alcanzarlo y lograr cambios significativos para la población tomará bastante tiempo. Como bien señala el estudio de Harvard, hay que invertir en energía y transporte, sobre todo en vías fluviales. Urge integrar la Amazonía al resto del país y fomentar su competitividad.
Pero no podemos pensar seriamente en competitividad olvidándonos de los recursos naturales de la región. Fomentar la industrialización de las frutas nativas es una excelente idea, la transformación de otros recursos y el fomento del turismo también, pero ninguna de estas actividades está reñida con la explotación responsable y sostenible de nuestros bosques y del petróleo existente en el subsuelo.
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Veámos algunos números: el PBI de Loreto en la actualidad representa aproximadamente US$ 4,000 millones. En los últimos 50 años, Loreto produjo un promedio de 57,500 barriles de petróleo por día (bpd), pero debido a la falta de inversión y a los conflictos socioambientales, la producción de los últimos 20 años se situó por debajo de este promedio. Pronto, con la incorporación del Lote 192, se estará produciendo más de 30,000 bpd y los planes de las empresas privadas –si es que las dejan trabajar– es aumentar dicho volumen a más de 50,000 bpd en los siguientes cinco años. Esto representaría US$ 1,500 milllones por año, a precios de hoy. ¡La oportunidad es muy grande, no la debemos desaprovechar!
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El petróleo no debe verse como un problema, sino como una oportunidad. Es vital encontrar un equilibrio entre la protección ambiental y el desarrollo económico y social de Loreto. También lo es que una mayor parte de la renta petrolera financie la infraestructura que requiere nuestra Amazonía para alcanzar el desarrollo sostenido. De hecho, el Estado debería dejar en la Amazonía la mayor parte de los recursos fiscales que genere esta actividad a fin de financiar la infraestructura requerida para darle competitividad y dinamismo en la etapa post petróleo.
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