Adrián Simons Pino, abogado
No voy a usar el espacio generoso que siempre me brinda Gestión, para poner en vitrina lo que todos estamos viviendo y padeciendo. En esta ocasión me he animado a escribir sobre algo que llamó profundamente mi atención: los mensajes de los líderes de opinión.
¿Qué significa ser un líder de opinión? Implica que nosotros los ciudadanos de a pie, confiamos en lo que nos dicen; porque consideramos que nos ayudan a comprender diversos temas, sobre los cuales tienen una habilidad o especial conocimiento. Pero qué pasa si un líder de opinión se aparta de la ciencia que predica y práctica, sobre todo, si lo que nos dicen tiene impacto directo en una situación tan critica como la actual. Ese ha sido el caso del respetado médico Elmer Huerta y del experto en derecho constitucional Luciano López; quienes por su prestigio y conocimientos son consultados constantemente por los medios de prensa. Me apena decirlo, pero como veremos, en esta oportunidad sus emociones prevalecieron sobre la ciencia que predican (la medicina y el derecho).
El doctor Elmer Huera, emitió una opinión para argumentar que el riesgo de contagio del COVID 19 en las protestas masivas no era muy elevado. A fin de reforzar su opinión, citó lo que él denominó “evidencia científica” para relativizar el peligro de contagio en las personas que libremente decidieron salir a protestar de manera pacífica; en uso legítimo de su derecho constitucional a la libertad de expresión y de reunión.
Usando como respaldo esa “evidencia científica”, el doctor Elmer Huerta procedió a difundir lo que se puede considerar como un manual para la protesta al estilo COVID 19: salir usando varias mascarillas, llevar lentes especiales, organizarse en pequeños grupos, guardar distancia física, no gritar, llevar carteles, etc. De un momento a otro, dejó de lado a la ciencia médica, a la razón y al sentido común, para dar prioridad a sus convicciones políticas. El doctor Elmer Huerta, como todo ciudadano, tiene el derecho a expresar sus ideas; pero lo que no me parece correcto, es que “suavice” a la ciencia para hacer recomendaciones que, por lo menos, deben ser tomadas “con beneficio de inventario”.
La propia ciencia nos recomienda ser escépticos y, para protegernos o verificar si la información que se nos brinda es confiable, nos recomienda hacer las siguientes preguntas:
¿La teoría o evidencia científica invocada es susceptible de contraste? (Falsabilidad)
¿Ha sido la evidencia revisada por otros científicos? (revisión por pares)
¿La evidencia responde a estándares de correcta ejecución? (porcentaje de error conocido)
¿La evidencia utilizada es generalmente aceptada? (consenso en la comunidad científica)
Si el doctor Elmer Huerta hubiese tenido en cuenta estas preguntas elementales, tal vez su opinión sobre la “evidencia científica” que transmitió a los valientes jóvenes que salieron a protestar, debió ser más cauta. Tal vez, advertirles que esa evidencia aún no es aceptada por la comunidad científica.
De otro lado, el prestigiado constitucionalista Luciano López, ante las lamentables muertes de dos jóvenes estudiantes que nos ha enlutado a todos (Jack Pintado e Inti Sotelo), afirmó lo siguiente: “Van a tener que enfrentar un proceso fiscal y judicial por estos crímenes de lesa humanidad”.
Doy por sentado que Luciano López conoce la Carta de Núremberg y el Estatuto de Roma. Los delitos cometidos por quienes acabaron con la vida de los dos estudiantes no califican como “crímenes contra la humanidad”. Estos son considerados como tales cuando “se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque”, y que además “derive de la política de un Estado” (David J. Luban).
El derecho también es una ciencia al igual que la medicina, y como tales, su belleza consiste en “intentar en todos los casos comprobar mediante la experimentación y la prueba las tesis sugeridas. Y cambiar cuando alguien demuestra lo contrario (Peré Estupinyá). No echemos gasolina al fuego, nuestro país necesita líderes de opinión que contribuyan con sus conocimientos al desarrollo de una sociedad; en paz.