Líder de Minería y Metales de EY Perú
Cada vez hay más datos que muestran la magnitud del impacto que ha tenido la convulsión social que sacudió al país en las primeras semanas del año en el desempeño de la actividad minera. En enero, la producción nacional de cobre cayó en -21.1%, oro en -13.8%, zinc en -19.2% y hierro en -19.8%, respecto al mes anterior, reflejando las enormes dificultades que enfrentaron las empresas del sector durante las protestas.
Este no es un traspié menor, ya que estos cuatro metales representan, aproximadamente, el 52% del valor total de nuestras exportaciones y casi el 90% de nuestros envíos de minerales al exterior, siendo nuestra principal fuente de divisas.
Al mismo tiempo, la inversión minera se desplomó un 63.8%, su peor registro en 32 meses, y se aprecia una marcada tendencia declinante. Para el cierre del año, el BCR ha proyectado una caída del orden del 16%, aunque a juzgar por cómo ha empezado el 2023, el retroceso de la inversión minera podría incluso ser mayor.
No solo eso, los puestos de trabajo generados por la minería se redujeron por tercer mes consecutivo, lo que no debería sorprender si se toma en cuenta que coincide con el inicio de los bloqueos y los ataques que sufrieron varias minas en el sur andino.
Si la inversión en el sector no se recupera, tampoco lo hará el empleo, causando aun mayor malestar en la población, especialmente de las zonas colindantes a los proyectos mineros.
Las cifras de recaudación tampoco son alentadoras. En el primer bimestre, los ingresos tributarios provenientes de las empresas mineras disminuyeron en -13.2% en términos reales, respecto de similar periodo del 2022, pese a la recuperación de las cotizaciones de los productos exportados.
Todo esto preocupa porque es una de las actividades que más venía aportando recursos fiscales con los cuales se financia la inversión pública que dinamiza la economía y el gasto social que busca disminuir la desigualdad.
Es un panorama sin duda complicado. Sin embargo, no todas son malas noticias. No pocos analistas e instituciones pronostican un superciclo de materias primas impulsado por la demanda de China, teniendo perspectivas extraordinariamente positivas para el cobre, del que depende en gran medida nuestra economía.
En tanto que el oro –el segundo producto de la canasta minera peruana en importancia– se acerca a máximos históricos tras superar los 2,000 dólares la onza, en medio de la alta incertidumbre por la crisis bancaria.
Un contexto en el que los precios de los principales metales que exporta el Perú pueden avanzar o mantener sus niveles actuales, podría propiciar una recuperación del sector, siempre que el Estado cumpla su misión fundamental de garantizar el orden público, asegurando la continuidad de las operaciones mineras bajo acecho.
El anuncio del primer ministro en el PDAC 2023 de un operativo del Ejército y la PNP para mantener desbloqueados los corredores mineros es un paso en la dirección correcta, aunque el verdadero reto consiste en encontrar una solución definitiva a los conflictos sociales.
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