Mucho se ha criticado -y se sigue criticando- al Congreso por las controvertidas y cuestionables leyes que se aprueban, y por muchos de los proyectos que se discuten.
No hay duda de que varias de las iniciativas que se plantean, y que se llegan a aprobar, no resisten un buen análisis económico, y su vigencia, si bien alegraría y aliviaría hoy la economía de muchos, causaría muchas distorsiones y mucho más daño que bienestar al país en el mediano y largo plazo.
Obviamente, estas leyes no se aprueban mirando o analizando las cifras, preparando proyecciones o corridas financieras, ni teniendo en cuenta la estabilidad macro económica del país. Se dan con un criterio eminentemente político, teniendo en cuenta los bolsones electorales y el impacto que pueden generar en la próxima campaña electoral.
Pero hay que reconocer -aunque suene fuerte- que los proyectos y las leyes del Congreso le han puesto la agenda al Gobierno -concretamente al MEF, que no fue capaz de mirar lo que se venía, ni de tener la iniciativa para “adelantarse a la jugada”-, y a los sectores involucrados.
Los han llevado a empujones a un terreno que no querían pisar, y los han puesto a trabajar a marchas forzadas en alternativas de emergencia presentadas a última hora, que van en el mismo sentido que las iniciativas del Parlamento, pero tratando de que se cause el menor daño posible.
Así ocurrió con el retiro de los fondos de las AFP, cuando el Ejecutivo quiso ganarle al Congreso por quién atacaba más fuerte públicamente a las AFP, quién planteaba y lideraba la reforma pensionaria, y quién daba más rápido -y más atractivamente- la ley de retiro de los fondos. En paralelo, la Asociación de AFP, preocupada y asustada, se puso a trabajar apresuradamente alternativas de reforma.
Pasó lo mismo con el retiro de los fondos de la ONP. Solo cuando el Congreso estaba ya por aprobar el retiro de los fondos, el MEF fue corriendo al Parlamento la noche anterior a la votación llevando la propuesta de los bonos para los aportantes a la ONP, y recién se puso a trabajar en una alternativa para no dejar sin pensión a los que no completaban los 20 años de aportes, opción que días antes el mismo MEF había desestimado y había calificado de antitécnica.
Ahora pasa lo mismo con las deudas bancarias. La amenaza de la aprobación en el Congreso del congelamiento de las deudas ha hecho que a última hora el MEF salga a criticar el proyecto, y recién ofrezca una alternativa, luego que la mayoría de deudores que calificarían a una reprogramación con garantías estatales ya reprogramaron sus deudas.
La amenaza del Congreso empuja otra vez al MEF, que ha tenido que correr nuevamente e ir en la misma dirección del Congreso, pero con variantes; y a los bancos, que ahora van a tener que reprogramar a los reprogramados a tasas más bajas, como dice la Superintendencia de Banca y Seguros.
¿Quién pone entonces la agenda económica en el país?